Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. Lo más relevante en la oferta que hizo el Presidente de pagar los recursos de coparticipación con bonos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en función del fallo de la Corte Suprema de Justicia, es que implica una abrupta marcha atrás de Alberto Fernández. Mal o bien, con su segundo anuncio, el Presidente da un giro copernicano a su primer anuncio, pero pone en juego la relación con Cristina Kirchner. Veamos.
Esa primera reacción del mandatario acataba en su totalidad la orden que la vicepresidente Cristina Kirchner le hizo llegar a través de Jorge Capitanich: desobedecer el fallo de la Corte, sin medias tintas.
Alberto Fernández dijo textualmente que no acataría el fallo, lo que ponía al Poder Ejecutivo en choque frontal contra el Poder Judicial.
Si el jefe de la Casa Rosada cumplía plenamente lo que dijo en un primer momento, Argentina estaba en una crisis institucional de magnitud sísmica.
Pero, al anunciar el pago en bonos, pasó de la ruptura de la relación institucional entre poderes, al reconocimiento de que los fallos de la Corte deben cumplirse.
La forma de cumplimiento que propone puede ser considerada una estratagema inaceptable o una trampa para ganar tiempo. Pero crea otro escenario y otra discusión.
Es posible que Horacio Rodríguez Larreta tenga razón al considerar que el Poder Ejecutivo “sigue sin cumplir el fallo de la Corte”.
Sin embargo, la discusión es menos dramática que hasta el nuevo anuncio del presidente.
El choque entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial llega después del enfrentamiento, también ordenado por Cristina Kirchner, en el terreno del Consejo de la Magistratura.
La Corte tomó una decisión cautelar sobre la coparticipación que el presidente había quitado unilateralmente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), para entregarlos a la provincia que gobierna el cristinista Axel Kicillof.
El fallo judicial potenció a Horacio Rodríguez Larreta de cara a las elecciones del año próximo.
La decisión de los jueces supremos la hace vislumbrar a Cristina Kirchner que no tiene chance de escapar a un destino judicial adverso, salvo la de romper el sistema.
El dilema de Alberto Fernández es romper el sistema atacando a la Corte o terminar de romper el Frente de Todos (FdT), desobedeciendo la orden de dar batalla que le transmitieron los gobernadores, que la vicepresidenta maneja por control remoto.
Los dos caminos confluyen en el choque de poderes que destartalaría la institucionalidad. En los dos caminos está Cristina Kirchner.
Pero ninguna sería tan grave y peligrosa para la democracia como la que recibió por boca de Jorge Capitanich.
Esta vez, la inmolación de Alberto tiene como misión liberar a la vicepresidenta del sendero institucional que parece conducirla a inexorables condenas.
Pero, ni el Presidente ni Sergio Massa –encargado de ejecutar la orden contra Rodríguez Larreta- no hicieron lo que la vicepresidenta esperaba.
Las causas judiciales empezaron a desembocar en la actual encrucijada. Un escenario que el kirchnerismo necesita destruir haciendo saltar el sistema.