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Por Claudio Fantini. Argentina ingresará al bloque BRICS, integrado por cinco países miembros: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El bloque nació en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, en 2009, cuando los líderes de esos países, sin Sudáfrica en ese momento, formalizaron un espacio que propicia acuerdos comerciales, diversos tipos de intercambio y mecanismos de financiación de obras de infraestructura y de proyectos productivos. ¿Qué pasó en el camino y cuál es la actual realidad?
En Ekaterimburgo, en 2009, los presidentes de Brasil, Lula da Silva, y de Rusia, Vladimir Putin, son los mismos que rubricaron ahora la ampliación, con la diferencia de que Putin todavía no había cometido la mayor de sus agresiones bélicas: la invasión de Ucrania.
Ahora, al frente de China está el agresivo Xi Jinping, empeñado en pujar con Estados Unidos por el liderazgo hegemónico en la economía y la tecnología a nivel mundial.
El actual primer ministro de la India ya no es el pragmático y liberal Manmohan Sing, sino Narendra Mori, un miembro del ala más radical de Baharatiya Janata, el partido de los nacionalistas religiosos (hinduistas) de la India.
Los cambios producidos en los países del BRICS indican que ¿es un mal lugar para para Argentina? No, pero impone estar alerta.
Pertenecer al BRICS puede abrir más posibilidades de tener acuerdos comerciales y asociaciones productivas, además de obtener nuevas fuentes de financiación.
¿Hizo bien el Gobierno en negociar la incorporación de Argentina? Lo seguro es que “lo” hizo mal.
Todo posicionamiento geopolítico debe ser política de Estado, y eso requiere el mayor consenso político y social posible.
La incorporación argentina al BRICS debió pasar por el Congreso o, por lo menos, ser sometida a debate y a consultas con todo el arco político.
El gobierno de Alberto Fernández incubó el acuerdo en soledad y lo anunció en los umbrales del final del mandato.
Más obligado estaba con la entrada de otros países, entre ellos la República Islámica de Irán, cuyo régimen tiene un conflicto con la Argentina desde la voladura de la AMIA, en Buenos Aires.
Los países ingresantes, incluida la Argentina, no son economías emergentes, con los prometedores rasgos de los cinco iniciales. Y crece el número de regímenes autoritarios que lo integran.
Se equivocan Patricia Bullrich y Javier Milei al atacar el ingreso del país describiendo al BRICS como un bloque ideológico.
Lo que hay en su interior es diversidad ideológica. Tampoco es un bloque homogéneamente autoritario, aunque no es el autoritarismo lo que critican ambos candidatos.
Tampoco tiene lógica hablar de China como un país “comunista”, porque es una dictadura burocrática, pero no es comunista más allá del nombre del partido gobernante.
Cualquier movimiento en el tablero internacional, sea el ingreso o la salida de espacios geopolíticos como el BRICS, deben constituir políticas de Estado: deben reflejar amplios acuerdos.
Alberto Fernández y Cristina Kirchner, pero también Javier Milei y Patricia Bullrich, actúan como si quien gobierna tuviese el derecho a manejar el posicionamiento del país de acuerdo con sus propias filias y fobias.