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Por Claudio Fantini. Los ataques de la organización musulmana Hezbolá sobre Alta Galilea desde el sur del Líbano, parecen confirmar que Irán está detrás de la mayor ofensiva lanzada por Hamas contra Israel.
El régimen de los ayatolas iraníes necesita tumbar el Acuerdo de Abraham y obstruir el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita.
Cabe recordar que a partir de este entendimiento, firmado hace tres años en Washington, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein reconocieron a Israel y entablaron relaciones diplomáticas.
Si bien ambos países no estuvieron en ninguna de las guerras árabe-israelíes (en rigor, esos dos países de la Península Arábiga sólo habrían podido estar en la guerra de 1973, porque nacieron como estados independientes en 1971), el acuerdo con el Estado judío implicaba un gran paso en dirección a un nuevo escenario geopolítico. Ese cambio sísmico para la región se completaría con la firma de otro acuerdo (que está avanzando) entre israelíes y sauditas.
Si el más grande de los reinos de la Península y más simbólico de los Estados musulmanes en relación al Islam, reconoce a Israel, el tablero del Oriente Medio cambiará radicalmente y no precisamente a favor del régimen chiita persa.
En este contexto, preguntarse si Irán estuvo detrás de la ofensiva lanzada por Hamas desde Gaza, resultaba probable pero no seguro.
¿Por qué? Porque el régimen del ayatola Alí Jamenei tiene gravitación sobre Hamas, pero ese vínculo va y viene. En cambio, Hezbolá responde directamente a Irán. Es por ello que jamás habría sumado sus ataques en la frontera norte de Israel, sin la aprobación de la Fuerza Quds, neurona central de la Guardia revolucionaria que maneja directamente el máximo líder iraní.
Como Irán es aliado de Rusia, y como Vladimir Putin necesita que la atención de las potencias occidentales se disperse lo máximo posible para que atenúe su atención a la guerra en Ucrania, también es posible que el Kremlin haya aportado su aliento y algún armamento a los yihadistas de Hamas.
El plan funcionaría con la represalia aplastante de Israel sobre la Franja de Gaza. Los bombardeos masivos y devastadores harían crujir el Acuerdo de Abraham y pondrían un obstáculo en el acercamiento saudita a Jerusalén.
La encrucijada israelí
Los servicios de inteligencia Mossad y Shin Bet, como así también el gobierno y ejército israelí deben resolver un par encrucijadas para recobrar la seguridad destruida por las sangrientas y crueles postales creadas por los milicianos que ingresaron a Israel, dispararon a mansalva, masacraron a civiles y perpetraron un secuestro colectivo.
La primera, es responder a esta afrenta que ha dañado para siempre la sensación de seguridad de la población israelí, sin poner en riesgo esos avances tan estratégicos que son los Acuerdos de Abraham y el entendimiento con el reino saudí.
Benjamín Netanyahu (Israel): “estamos en guerra y la ganaremos”
Pero la encrucijada más difícil para los próximos pasos de Israel es la que plantea el secuestro de civiles (incluidos ancianos y madres con sus hijos) que fueron llevados a Gaza. Esos rehenes constituyen un poder formidable para Hamas. Cuando el primero ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, llamó a los palestinos a salir de Gaza porque serán arrasados todos los puntos relacionados a Hamas, debió tener en cuenta la inmensa posibilidad de que en esos puntos pondrá la organización ultra-islamista a los rehenes judíos.
El vasto y brutal ataque no sólo deja una imagen de vulnerabilidad e inseguridad en Israel. Deja también cuadraturas de círculos que parecen imposibles de resolver.
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