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(Los argentinos) «Tenemos Papa, Reina y Messi, no nos falta nada», dijo Cristina Kirchner el último martes con la intención de levantar el ánimo de quienes están preocupados por el estancamiento económico, la reforma judicial y el clima de confrontación que vive el país.
Lo que no imaginó la Presidenta es que mucho ya hablan del «dólar Messi», porque -al igual que el mejor jugador del mundo- pronto un billete norteamericano equivaldrá a 10 pesos argentinos.
El dólar «blue» (paralelo) cerró el martes último a 9,41 pesos, el mayor valor desde la caída de la convertibilidad el 6 de enero de 2002. El dólar oficial terminó a 5,19 pesos, con lo que la brecha se amplió a más del 80%, algo que sucedió muy pocas veces en los últimos 50 años y que siempre terminó con una devaluación de billete oficial.
El oficial había terminado 2012 a 4,92 pesos, con lo cual acumula una suba de 5,5% en los cuatro primeros meses. El «blue», en cambio, sigue gambeteando y está imparable: aumentó 38%, el doble de lo que paga el bono de YPF por la colocación de pesos a un año de plazo.
El economista Carlos Melconian sostuvo ayer que la trepada del billete paralelo tiene que ver con la necesidad de la gente de cubrirse de la inflación y ante una plaza «seca» a partir del control de cambios. Razones:
■ El productor vende soja (de a poco) en función de sus necesidades, a la espera de un mejor precio.
■ No hay inversiones extranjeras (son mínimas las existentes). El país está sexto en Latinoamérica.
■ No hay crédito en el exterior para las empresas argentinas tras la estatización de YPF.
■ Casi no hay financiamiento de importaciones y exportaciones.
■ Y el turista extranjero cambia sus dólares en el mercado marginal.
«A la catarata de soja que tiene el país, el control de cambios produjo efectos inversos a los esperados», sostuvo Carlos Melconian.
Las reservas, que siguen cayendo, llegaron el martes a 39.535 millones de dólares.