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Por Claudio Fantini. La sátira siempre fue un arma política. En la antigua Atenas, las comedias de Aristófanes influían fuertemente en la mirada de los atenienses sobre los políticos y los filósofos. De hecho, Platón y otros socráticos fueron acusados de haber promovido el odio que determinó el juicio y la ejecución de Sócrates. Ahora, Tinelli y Macri protagonizan un duelo absurdo. ¿Cómo sucedió lo de Aristófanes? En su comedia Las Nubes ridiculizaba al pensador y a sus discípulos con la historia que se desarrollaba en una “casa de pensar”, acusando al maestro de las preguntas de ser enemigos de los dioses de las polis (ciudades-Estado de los griegos).
Voltaire es otro ejemplo de lo punzante que podía ser la sátira usada como estilete contra gobernantes. La usó incluso contra la filosofía de Leibniz en Cándido, su novela (o cuento largo) en la que ridiculiza el optimismo teológico del matemático y filósofo alemán.
En algunos casos, la sátira se usa con mala intención o de maneja injusta, y en otros casos se la utiliza políticamente con legitimidad.
Así lo hacía Tato Bores. También la revista Humor, que usó la burla y la ridiculización contra la más feroz de las dictaduras. Otro ejemplo es la revista francesa Charlie Hebdo, durísima pero ecuánime, ya que se burla de todos y dirige su críticas mordaces a todos, sin especular en beneficio propio.
No es el caso de Marcelo Tinelli, cuyas caricaturizaciones de gobernantes y políticos han generado un debate con Mauricio Macri y con el ex presidente Fernando de la Rúa.
La crítica de Macri no tiene autoridad moral, porque él ha ido a ese altar del rating a obtener la bendición de su sacerdote. Tampoco De la Rúa puede decir que fue Tinelli quien lo derribó. Al fin de cuentas, él cometió el inmenso error de seguir el consejo negligente que le dio Darío Lopérfido, rebajando la investidura presidencial al acudir al estudio de televisión para participar en el programa.
A De la Rúa lo derribó un huracán económico, que habría tumbado a cualquiera que hubiera ocupado ese lugar en ese momento. Pero es materia de otro análisis. En esta ocasión, lo que importa es señalar que la crítica de Macri a Tinelli está desubicada porque él ha sido feligrés de ese templo donde el «dios rating» ejerce su poder. Y calló cuando los ridiculizados con mala intención eran rivales suyos.
Además, la imitación que hace el actor Fredy Villareal de Macri es graciosa sin ser denigrante, aunque la intención de Tinelli sea lastimar políticamente al Presidente porque obstruyó su plan para conducir la AFA.
Pero la crítica de Tinelli por la ola de ataques y cuestionamientos que recibió en las redes sociales, también carece de autoridad moral.
Tinelli calló por conveniencia cuando el kirchnerismo usaba el periodismo militante en los medios estatales y paraestatales para difamar, denostar y ridiculizar a sus críticos y opositores. Y el kirchnerismo fue el primero que, siguiendo un plan elaborado y ejecutado primero en la Venezuela de Chávez, con el nombre de “guerrillas de la red”, financió legiones de tuiteros y creó cientos de grupos de Facebook con el objetivo de hacer contra opositores. Lo mismo que Tinelli denuncia que el macrismo le está haciendo a él.
Está a la vista que el popular conductor de televisión no usa sus sátiras como la usaron Tato Bores, la revista Humor y también la transgresora Charlie Hebdo. Tinelli usa las caricaturizaciones como arma política con capacidad de extorsión.