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Por Claudio Fantini. ¿Por qué un ataque terrorista durante un espectáculo musical en una sala de conciertos del Crocus City Hall de Moscú sorprendió a Rusia con la guardia baja, dejando más de un centenar de muertos?
La masacre del viernes 22 de marzo demostró que el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (conocido por sus siglas como FSB) y el Departamento Central de Inteligencia (GRU) están totalmente concentrados en la guerra con Ucrania.
[ADVERTENCIA: esta nota incluye videos e imágenes que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas]
Los estrategas de la inteligencia rusa y el grueso de sus agentes están enfocados en el ejército ucraniano, el gobierno de Zelenski, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la producción de armamentos en Europa.
En otras palabras, la atención está puesta en el conflicto en marcha ubicado al Oeste de Moscú.
Esto explicaría, en parte, por qué el atentado sorprendió al FSB y al GRU con “la guardia baja”; ambos, considerados junto a la CIA, al Mossad y al MI-6 británico como los mejores servicios de inteligencia del mundo. Además, son los únicos gobernados por un ex espía de la KGB: Vladimir Putin.
Cabe recordar que el FSB es el heredero del KGB soviético y junto al GRU conforman el aparato militar de inteligencia ruso.
Pero hay otros interrogantes.
¿Por qué el atentado sorprendió al Kremlin si Estados Unidos le había advertido, dos semanas antes, que sus servicios detectaron señales de un inminente ataque de exterminio masivo en Rusia?
Tras las advertencias de Washington, Vladimir Putin quedó políticamente mal parado porque salió a decir que eran parte de un intento “desestabilizador” de las potencias occidentales para favorecer a Ucrania.
Días más tarde, las embajadas norteamericana y británica (en Moscú) informaron a los ciudadanos de ambos países que estuvieran en territorio ruso que no acudieran a espectáculos masivos porque había riesgo de un atentado terrorista.
La reacción de Putin fue acusar a Washington y a Londres de querer sembrar el pánico en la sociedad rusa.
Por lo tanto, a los rusos les consta que su presidente cometió un error gravísimo que pudo haber evitado y que los servicios de inteligencia mostraron su vulnerabilidad al no brindarles seguridad plena.
El jefe del Kremlin persistió en equivocarse al apuntar sus sospechas hacia Ucrania desde el minuto posterior al atentado.
Hasta el día siguiente de la masacre Vladimir Putin mantuvo su discurso. Al anunciar la captura de los cuatro atacantes que mataron a un centenar y medio de civiles, dijo que intentaban huir hacia Ucrania. Y no tardará en señalar que Kiev financió a los terroristas.
Como siempre, más explícito y brutal, el número dos del Consejo de Seguridad Nacional, Dmitri Medvedev, dijo que si se comprobaba que Kiev está detrás de esta masacre, la represalia rusa, en el país invadido, sería letal.
“El tipo de atentado no parece mostrar el sello ucraniano, sino el del terrorismo ultraislamista”
Semejante nivel de certeza parecía absurdo, porque el tipo de atentado (encapuchados armados disparando contra civiles) no parece mostrar el sello ucraniano, sino el del terrorismo ultraislamista.
Aunque ISIS se haya atribuido la brutal masacre no prueba que la haya perpetrado. Pero el terrorismo ultraislamista caucásico tiene lazos con organizaciones como Al Qaeda y el Estado Islámico Irak-Levante (cuya sigla es ISIS).
Por tal motivo, resulta creíble un acuerdo por el cual terroristas musulmanes rusos llevaran a cabo el ataque y el ISIS le pusiera su firma al sanguinario atentado.
Antecedentes
Además de vínculos con el separatismo caucásico, ISIS tiene razones para aborrecer a Rusia porque el ejército de Putin mató a miles de sus miembros en la guerra civil de Siria, donde el Kremlin apoyo militarmente al régimen de Bashar al Asad.
Si bien también lo diezmaron los peshmergas kurdos, al ejército del ISIS terminó aniquilándolo el bombardeo masivo ruso sobre la ciudad siria de Alepo.
Masacrar civiles de la manera más indiscriminada y cruel, como ocurrió el viernes 22-M en un espectáculo musical, es algo que el terrorismo caucásico hace desde la década de los 90.
En 1995, terroristas comandados por Shamil Basayev ocuparon un hospital en la ciudad de Budionosk, provocando decenas de muertes entre personal médico y pacientes.
En 2004, ocuparon una escuela primaria en Beslán, una ciudad de Osetia del Norte, donde también hubo decenas de muertos entre maestros, niños y familiares, porque era el primer día de clase.
Incluso hubo atentado casi idéntico al del 22-M. En 2002, el blanco del asalto terrorista también fue un teatro moscovita, el Dubrovka, cuando se realizaba un espectáculo de danza a sala llena. El resultado fue una masacre.
En todos los casos, las acciones militar-policiales ordenadas por el jefe de Kremlin agravaron las matanzas.