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Por Claudio Fantini. La foto de Javier Milei arrodillado ante Xi Jinping es falsa. El presidente nunca se puso de rodillas para saludar al líder de China. Pero el paso vertiginoso de proclamar desafiante que “no habrá tratos con China porque no nos relacionamos con comunistas”, a considerarlo un “socio interesante porque no exigen nada (…) lo único que piden es que no los molesten”, además de enviar a su hermana a disertar en el gigante asiático y anunciar una próxima visita en enero próximo, implican un giro que se parece un poco a la imagen de la foto trucada.
¿Tendrá que ver con la caída de las inversiones? ¿Mira a China porque desde las potencias a las que viajó varias veces desde que asumió la Presidencia y de los “amigos” con las fortunas más grandes del planeta no llega nada?
Cuando Milei dice que “lo único que piden” los chinos “es que no los molesten”, tiene que ver con el territorio para uso misterioso que China tiene en Neuquén.
El presidente ya tomó la decisión de no ordenar controles ni reclamar a Beijing que permita visitas oficiales argentinas a la base en Neuquén.
Para no molestar al “socio interesante” en que se ha convertido el hasta hace poco fracaso “comunista” asiático, Milei tampoco dirá ni nada si Xi Jinping adelanta la invasión de Taiwán; si continúa recortando libertades en Hong Kong y enviando armas a Vladimir Putin para que masacre ucranianos y a Corea del Norte para que se defienda del “imperialismo capitalista occidental”.
Respecto a Xi Jinping y China, lo de Milei es otro giro copernicano. Uno más que se suma a una larga lista de frases y pronunciamientos que fluían a borbotones de sus ideologismos.
Que el hecho esté muy lejos del dicho, no quiere decir que ahora esté haciendo las cosas mal, sino que llegó al poder diciendo cualquier cosa.
Mejor dicho, diciendo cosas en las que creía como fundamentalista y por las que prometía luchar como yihadista, hasta que la realidad lo bajó de los cuatro libros de los que se enamoró en la facultad y estudió con el fervor lunático con que los islamistas estudian hasta memorizar el Corán.
El presidente que manda a Karina a China y prepara su propio viaje al gigante “comunista”, está más cerca de la economía real que el de las promesas extravagantes.
China practica un capitalismo autoritario y Xi Jinping es el verdugo y sepulturero del giro que inició Deng Xiaoping en la década d 19e80.
Pero a llamarlo “socio interesante”, en lugar de ogro comunista debería resultar tranquilizador para los argentinos.
Al fin de cuentas, eso se parece más a la realidad que los ideologismos extremos, a los milagros del rebe de Lubabich, a la sensatez de los rabinos ultraortodoxos con los que saltó y lloró en el Muro de los Lamentos y a la guía hacia la prosperidad que nos proveen “las fuerzas del cielo”.