Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Nadie sabe en la Argentina –con certeza- cuánto impacto tendrá la crisis desatada por «los cuadernos de la corrupción», ni cuándo terminará el vendaval externo por el “efecto Turquía”, señala mi nota en La Voz. A diferencia de otros hechos de similar impacto –la Banelco, los papeles de Panamá, la ruta del dinero K y los bolsos de López-, la única certeza que existe es que la vida de los dirigentes políticos y de los hombres de negocios no seguirá igual.
Las primeras encuestas de opinión castigan a Cristina Fernández: el 56% de los consultados por D’Alessio-Irol y Berensztein quiere que “vaya presa”. La muestra de Gustavo Córdoba señala un aumento de “la negatividad” hacia la dirigencia en general por la coyuntura política y la caída de la economía. La inflación sigue siendo la principal preocupación, en segundo lugar se ubica la corrupción.
Aunque el kirchnerismo podría ser el más afectado por las investigaciones en marcha, el macrismo no está exento de su impacto. ¿Quién quedará en pie tras semejante tormenta?
Los últimos hechos ya impactaron en la economía real, con una disparada hacia el dólar –que llevó su cotización a casi 30 pesos, alentada también por “el efecto manada” a nivel global por la crisis de Turquía; la caída de las acciones de las principales empresas y de los bonos de la deuda argentina. La tasa de riesgo país se disparó por encima de los 700 puntos. Hoy, tomar crédito externo supone pagar tasas en torno del 10% anual en dólares. Imposible.
Los industriales reunidos en el 11° Coloquio de la UIC advirtieron que la producción no es viable con una tasa de referencia del Banco Central de 40%, y con Lebac que rinden por encima del 50%. “¿Quién va invertir en una fábrica y en tomar empleados, si hoy la timba financiera gana por lejos?”, señaló un asistente.
En su intervención, José Simonella (CPCE de Córdoba) pareció reescribir la frase de Álvaro Alsogaray, al decir que “el gran desafío será para muchos pasar los meses que quedan de 2018”.
Los pequeños y medianos empresarios que lo escucharon coincidieron en que el gran desafío es conseguir financiamiento para el capital de trabajo, con tasas por torno del 60%.
Con la recesión encima, los cuadernos de corrupción terminaron de sepultar las expectativas de crecimiento. ¿La maldición de los años pares?
El contexto es preocupante a partir de una caída del consumo (el salario recuperaría algunos puntos recién en el cuatro trimestre), el ajuste en los gastos del Estado, con una lenta recuperación de las exportaciones y prácticamente sin inversiones. Los motores de la demanda agregada están casi paralizados.
Antes que el pánico embargara a los asistentes al Coloquio, Simonella señaló que “las expectativas son de un mejor 2019” a partir del crecimiento global de la economía, de una mejora en Brasil, la reversión del flujo turístico, una buena cosecha y precios para el trigo, las exportaciones de gas natural a Chile desde enero, las inversiones en energías renovables y en minería, entre otros factores.
¿Servirán estas perspectivas para que los técnicos del FMI, quienes desde el lunes pondrán la lupa sobre las cuentas nacionales, aprueben el segundo desembolso? La reunión del G-20 es un condicionante para el Fondo: no puede estallar un país que recibe a los líderes mundiales.
Las causas de corrupción dejarán sus secuelas en grandes empresas de la Argentina –Techint, Impsa, Eurnekian- y en Córdoba, donde dos de sus principales grupos están bajo la investigación del juez Bonadío: Roggio (más de 30 empresas, 13.700 empleados) y Electroingeniería, con presencia en ocho países. Están comprometidos en obras clave para la provincia.
Con la crisis encima, los cuadernos de corrupción terminaron de sepultar las expectativas de que el promedio del año terminaría con crecimiento. La maldición de los años pares va camino a cumplirse.