Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Por suerte para el Frente Todos, que conducen Cristina Kirchner y Alberto Fernández, quienes llevan tiempos abocados al espectáculo demencial y bochornoso de pelearse en la cubierta del Titanic, en Juntos Por el Cambio (JxC) está Mauricio Macri. El ex presidente hace explotar granadas en la cubierta de una balsa con muchos capitanes y timones El ataque a Hipólito Yrigoyen, a quien calificó como “populista”, generó un griterío indignado en el radicalismo, socio indispensable del PRO. ¿Cómo leer la caída de Miguel Kulfas?
Si como explicó Kant, la inteligencia del individuo “se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar”, es posible sostener que la negligencia de los líderes se mide por la cantidad de incertidumbre que son capaces de generar.
Los liderazgos del Presidente y de la vice baten récords de negligencia. Parecieran actuar deliberadamente para multiplicar y amplificar la incertidumbre.
Por un ataque en profundidad lanzado por Cristina Kirchner, Alberto Fernández tuvo que echar a su ministro de Desarrollo Productivo, con lo cual sumó siete ministros propios expulsados, sin haber despedido a ninguno de los que responden a Cristina.
Matías Kulfas había disparado un tiro por la culata porque si su intención era defender al Gobierno al denunciar a funcionarios kirchneristas que demoran la licitación para construir un gasoducto crucial para la economía, esa denuncia sólo podía terminar perjudicando a la actual administración.
Como si no viera que el hundimiento de Alberto Fernández la hundirá también a ella, la vicepresidenta lanzó artillería pesada sobre el ministro al que nunca le perdonó haber escrito un libro en el que criticaba su segundo mandato presidencial.
Alberto Fernández ni siquiera se animó a atenuar la imagen de capitulación que causó al echar a Kulfas, por caso, con la eventual disolución del Ministerio de Desarrollo Productivo para incorporar esa cartera a la que encabeza Martín Guzmán.
En lugar de eso, buscó en Daniel Scioli un reemplazante que la vicepresidenta apruebe. Lo que está fuera de duda es que ese gasoducto ya podría estar terminado y haciendo un suculento aporte a la agobiada economía argentina.
El kirchnerismo volvió las licitaciones a fojas cero y complicó el proceso en marcha, quizás con el objetivo de encontrar rasgos de corrupción en las que había hecho Mauricio Macri; quizá con la intención de obtener tajadas de las nuevas licitaciones o quizás con ambos objetivos.
Que Alberto Fernández se rinda no ayudaría a Cristina, porque nadie en el kirchnerismo tiene una idea clara de cómo revertir la desastrosa situación económica y social.
Alberto trabaja desde entonces para lograr un armisticio, pero la vicepresidenta ya no sabe cómo decirle que entre ellos no puede haber armisticio ni nada que no sea la capitulación incondicional.
Que Alberto Fernández se rinda no la ayudaría, porque nadie en el kirchnerismo -incluida Cristina- tiene una idea clara de cómo revertir la desastrosa situación económica y social.