Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. La derrota de Cristina Kirchner comenzó al postular al hombre más denostado por el oficialismo en la década K. Pero, la Presidenta no tuvo más alternativa que imponer a Daniel Scioli porque triplicaba a la del kirchnerista puro que más se le acercaba, según las propias mediciones del Gobierno.
El kirchnerismo rumiará puertas para adentro que la culpa del escuálido resultado logrado por Daniel Scioli, por su discurso light y por preferir a Pimpinela y Ricardo Montaner en lugar de Ignacio Copani y Fito Páez. Pero en el fondo saben que el gobernador bonaerense no le quitó votos al kirchnerismo, sino que, por el contrario, le sumó entre ocho y diez puntos. Y si quedó lejos del 40%, fue porque Cristina Kirchner le colgó las candidaturas lastres de Zannini, Kicillof, De Pedro, Aníbal Fernández y Sabattela, entre otros.
Carlos Zannini es la máxima expresión del ideólogo sectario; Axel Kicillof, «Wado» De Pedro y Martín Sabbattela las máximas expresiones del ideologismo exacerbado y Aníbal Fernández es la de un personaje turbio que irradia violencia y desprecio.
Scioli es el primer candidato al que la fuerza política que lo postula le manifiesta su desprecio y desconfianza, incluso en plena campaña electoral. Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Carta Abierta, Horacio Verbitsky y tantos otros miembros de la nobleza kirchnerista, que integran la corte de Cristina, no pudieron contener su instinto descalificador y denostaron al candidato propio, para dejar en claro que ellos pertenecen a otra estirpe política y cultural.
El kirchnerismo dejó a Scioli en una posición incómoda para sumar los votos que necesitará en el ballotage.
Desde que comenzó la campaña, fueron los opositores quienes decían que Scioli es kirchnerista, mientras el kirchnerismo lo negaba.
Pero eso no le restó votos kirchneristas. Le restó votos independientes que empezaron a ver la fórmula como un oxímoron, con dos candidatos que se neutralizan mutuamente. Y un Gobierno en el que el futuro presidente no lidera al oficialismo, no puede ser otra cosa que un conflicto de final incierto.
Restándole como le restó, el kirchnerismo dejó a Scioli en una posición incómoda para sumar los votos que necesitará en el ballotage.
Si quisiera apoyar al candidato del FPV en la segunda vuelta, Sergio Massa tendría que explicar, además de sus durísimas críticas a la Presidenta y al gobernador bonaerense, su entonces fallido intento de acordar con Mauricio Macri la unidad opositora.
El abrumador apoyo que recibió en Córdoba el líder del PRO, casi que obliga al peronismo liderado por De la Sota a no quedar tan a contramano de la sociedad cordobesa. Y De la Sota es una pieza clave del massismo.
Si Macri logra el apoyo de Massa y se muestra más desarrollista que libremercadista, será jaque mate al candidato de Cristina. Pero de todos modos, la Presidenta y el kirchnerismo puro perderán en la segunda vuelta aunque gane Scioli, porque su candidato quedó obligado a deskirchnerizar su imagen y su discurso.
Es por eso que Cristina ya perdió, aunque Scioli todavía no.