Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Max Weber explicó que una de las peores cosas que puede hacer un gobernante es anteponer su vanidad al interés del país que preside. El interés de la presidenta Cristina Kirchner en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas…
pasaba por la búsqueda de respaldo en la pulseada contra los fondos buitres, para lograr las mejores condiciones a la hora de negociar el pago que impuso la Justicia norteamericana.
El discurso de la Presidenta contra esas secreciones tóxicas del sistema financiero puede considerarse alineado con el interés nacional. Pero lo que vino a renglón seguido pareció un desvarío, motivado por la vanidad que Weber denunciaba en ciertos gobernantes.
Haber descripto a Barack Obama como un terrorista puede entenderse más como un intento de notoriedad posando de rebelde indómita, que como parte de un análisis equilibrado y responsable. No tuvo nada de descabellado haber señalado la ilegalidad del modo en que los norteamericanos ultimaron a Osama Bin Laden. Hasta el peor de los criminales tiene derecho a ser juzgado y el asalto a la casa que el creador de Al Qaeda habitaba en la ciudad paquistaní de Abotabad fue un “asesinato selectivo”.
Pero ni Nueva York (la ciudad que sufrió el ataque genocida del 11-S) es el lugar ni ése era el momento adecuado para plantearlo. Mucho menos después de verter expresiones que parecieron poner en duda la criminalidad de ISIS, la milicia de yihadistas que controla un vasto territorio entre Irak y Siria.
La criminalidad sanguinaria del yihadismo ha sido denunciada, antes que nadie, por los gobiernos chiítas de Irak e Irán, y luego por el presidente sirio Hafez al Asad, que no es precisamente un aliado de las potencias de Occidente. Ayer, se difundió un video con la ejecución de 300 kurdos desnudos en el desierto.
El régimen de Al Asad fue el primero en hacer público cientos de decapitaciones y crucifixiones a soldados sirios, ejecutadas por Estado Islámico Irak-Levante.
❝Ni Nueva York era el lugar ni ése el momento para que Cristina Kirchner cuestionara cómo fue muerto Osama Bin Laden y que pusiera en duda la criminalidad de ISIS❞.
Que los pronunciamientos de Rusia y China en el Consejo de la ONU certifiquen la peligrosidad de la nueva escalada terrorista, no es un dato menor. Sobre todo la posición de Rusia, que por la base naval que posee en el puerto sirio de Tartus cuenta con pormenorizada información lo que está ocurriendo en el corazón del Oriente Medio.
A las dudas de la Presidenta debió despejarla la posición del Vaticano, que ha denunciado limpiezas étnicas del ISIS contra las comunidades caldea, asiria, siríaca y jazidi, además de la masacre a cristianos.
Son demasiadas fuentes, suficientemente diversas, para certificar que en el vasto territorio sirio-iraquí que controla ISIS como una fuerza de ocupación, está ocurriendo un exterminio en masa.
Haber entrado en esos temas de la manera en que lo hizo, a la deriva, restó fuerza a la cuestión que verdaderamente importó que planteara, si lo que se prioriza es el interés del país y no su propia vanidad.■