Por Claudio Fantini. Fue un éxito contundente. El debut del Papa Francisco en materia de giras internacionales mostró a un verdadero maestro en el contacto con las multitudes. Sus palabras y sus gestos sorprendieron y gustaron.

En sus discursos lo único que generó debate y despertó algunos cuestionamientos, fue su pronunciamiento contra la legalización de las drogas. Demasiada muerte y corrupción en un continente carcomido por las mafias, como para que no sea un tema controvertido. Desata, además, la necesidad de llevar al altar las cuestiones del altar y al Parlamento las que corresponden al Parlamento.

Pero el Papa argentino logró enamorar a propios y ajenos porque dibujó, en un puñado de días, el perfil de la Iglesia que propone desde que se sentó en el trono de Pedro.

Esa Iglesia tiene mucho en común con la que describía y por la cual luchaba monseñor Helder Cámara, a quien llamaban el “obispo rojo” de Recife.

 Las dos visiones de Francisco 

La particularidad de Francisco es que comparte con Juan Pablo II y Benedicto XVI la visión del dogma y de que las posiciones de la Iglesia en cuestiones de la vida y la sexualidad («el casamiento sigue de moda», dijo), pero comparte con los curas tercermundistas la vocación para luchar contra la pobreza y la convicción de que «la Iglesia debe ser pobre y acercarse a los pobres«.

El Papa Francisco dejó en claro en Brasil que comparte la pregunta que se hizo Hélder Cámara: “Con las dos terceras partes de la humanidad en la pobreza, ¿por qué derrochamos en construir grandes templos, olvidando al Cristo vivo, presente en la persona de los pobres?”.

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Fuente: canal de Youtube de Vatican.

También el Papa reivindica esa visión que, acompañada por su conservadurismo teológico, lo convierte en un punto de confluencia entre las grandes corrientes de la Iglesia Católica. Leonardo Boff, prominente teólogo de la liberación y discípulo de monseñor Cámara, tiene razones para confiar en que este Pontífice levantará las duras sanciones que Juan Pablo II y el entonces cardenal Ratzinger aplicaron a más de medio millar de teólogos de la «Iglesia de los pobres».

Es posible que Francisco levante esas sanciones recién después de que haya muerto Ratzinger.

Lo seguro es que el Papa Francisco aún no desiste del objetivo de reconciliar al Vaticano con los curas tercermundistas, esa parte de la Iglesia que propone luchar contra la pobreza y que tiene en Brasil su mayor bastión. ●

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Redacción Turello.com.ar

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