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Por Claudio Fantini. Primero hay que dejar en claro que en la guerra política argentina, todo es posible. Y desde que, por la escualidez de las huestes opositoras, esa guerra tomó como campo de batalla el escenario judicial, las operaciones de la peor calaña son posibles tanto en un bando como en el otro.
Por eso no es descabellado sospechar que el fiscal Alberto Nisman esté actuando como punta de lanza de la embestida de una alianza de enemigos del kirchnerismo.
[Nota del Editor: el fiscal Nisman pidió la indagatoria de Cristina Kirchner, Héctor Timerman, Luis D’Ellia, Andrés Larroque y Fernando Esteche. Sostiene que hubo una «confabulación criminal» para desvincular de forma definitiva a Teherán].
Pero tampoco es descabellada la denuncia del fiscal. Al contrario, le da un sentido a un acuerdo que el gobierno nunca pudo explicar de manera convincente: el pacto argentino-iraní para formar una “comisión de la verdad” que investigue la masacre en la AMIA.
El primer problema del gobierno es ese acuerdo inexplicable, que no llegó a implementarse porque no obtuvo la aprobación del Majlis (Parlamento de Irán), algo explicable en las internas del poder iraní, marcadas por sórdidas pujas entre ultra-conservadores, moderados y reformistas.
El segundo problema que tiene el kirchnerismo es que, cuando Timerman negoció ese polémico entendimiento, Argentina avanzaba hacia un cuello de botella en materia energética que la ponía en desesperada necesidad de adquirir petróleo a bajo precio.
El tercer problema es que el representante que tuvo Irán en Latinoamérica fue Hugo Chávez, resultan claros los denodados esfuerzos del presidente venezolano por abrirle puertas latinoamericanas al régimen de los ayatolas, y también fue por demás evidente la inmensa gravitación que el líder bolivariano tuvo sobre el gobierno kirchnerista.
Finalmente, el cuarto problema para la desmentida del gobierno puede ser el más condenatorio: Alberto Fernández asegura que el gobierno de Néstor Kirchner recibió de Irán una propuesta como la que denuncia Nisman, y el entonces presidente la rechazó de plano.
Alberto Fernández era nada menos que el jefe de Gabinete de Néstor. Por eso su afirmación de que Irán propuso secretamente a la Casa Rosada un acuerdo comercial favorable a la Argentina, a cambio de que Buenos Aires retire la acusación contra la República Islámica que mantenía (y aún mantiene) el asedio de Interpol sobre los funcionarios acusados por la justicia argentina.
Si lo que dice Alberto Fernández es cierto (hay dejar un lugar para la duda debido a su duro enfrentamiento con la presidente y el kirchnerismo), entonces el acuerdo entre Timerman y la cancillería iraní sería la consecuencia de un pacto secreto de impunidad, avalado por Cristina.■
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