Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Si su estancia a Estados Unidos no hubiera incluido encuentro con homeless (sin techo), visitas a cárceles y a inmigrantes de zonas marginales, los silencios de su paso por Cuba no se hubieran escuchado. Esos encuentros son una manera gestual de criticar al capitalismo, al señalar sus secreciones de marginalidad.
Por eso, resaltan la negativa de la Iglesia cubana y del Papa a mantener contactos con grupos disidentes, como las Damas de Blanco y otras organizaciones de familiares de presos políticos y de defensa de los derechos humanos bajo el gobierno de los Castro.
La disidencia es la secreción de marginalidad política que siempre tienen los regímenes de partido único. La pregunta entonces es: por qué visibilizar y escuchar a los excluidos de un sistema (el capitalista) y no hacer lo mismo con los excluidos del otro sistema (el comunista).
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Aquí estuvo el déficit de una gira que lleva un mensaje importante: superar las divisiones y promover los acercamientos y las reconciliaciones. En ese punto, Francisco jugó un rol importante como ducto que canalizó la voluntad de acercamiento y reconciliación entre los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos. Así, lo resaltó con su mensaje pastoral en este viaje a los dos países que recién ahora están enterrando la Guerra Fría.
❝El impensable que el Papa evitara, como evitó, tener cualquier tipo de contacto con los grupos disidentes, si ésa no hubiera sido una condición inapelable del régimen cubano❞
Pero lo que expresará en Estados Unidos, contrastando con lo callado en la isla antillana, implica cierta demagogia de parte del Pontífice. En definitiva, criticar el capitalismo en Estados Unidos es fácil, porque la administración demócrata ni ningún otro gobierno norteamericano le prohibirían a un visitante expresar opiniones críticas.
Seguramente, Barack Obama no intentó disuadir al jefe de la Iglesia Católica de que se reuniera con homeless. A la vez, resulta impensable que Jorge Bergoglio evitara, como evitó, tener cualquier tipo de contacto con los grupos disidentes, si ésa no hubiera sido una condición inapelable del régimen cubano.
No es un acto de coraje político criticar al capitalismo en un país en el que a nadie le prohíben ese tipo de críticas. Menos aún si en la antesala de esas críticas no hubo actitudes similares en un sistema menos abierto a los cuestionamientos.
El silencio del Papa en Cuba se escuchó en el mundo. Sus referencias a la valoración del hombre por sobre las ideologías, sonó de manera más tímida que las también tímidas expresiones de sus antecesores: Juan Pablo II pidió en La Habana que “Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”; y Benedicto XVI exhortó a los cubanos a “avanzar hacia la sociedad abierta”, un concepto acuñado por el filósofo Henri Bergson. Éste, se convirtió en sello del pensamiento liberal que expresó Karl Popper, en el libro que tan duramente cuestionó los regímenes totalitarios: La sociedad abierta y sus enemigos.