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La reacción de Cristina Kirchner ante las multitudinarias marchas del jueves último, denominadas «el cacelorazo», es la respuesta más esperada por parte de la sociedad argentina y los factores de poder.
Hasta ahora, la Presidenta guardó silencio, salvo la frase: «A mí no me van a poner nerviosa», que pronunció el mismo jueves, en San Juan (en la foto, junto al gobernador Gioja), cuando miles de argentinos salieron a las calles, convocados a través de las redes sociales, para protestar contra las políticas oficiales y el estilo autoritario del Gobierno. Tras esas palabras, se refugió en El Calafate.
El rechazo oficial lo expresó con dureza el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, quien dijo que a los participantes les preocupa «más lo que sucede en Miami que en San Juan», en una descalificación social y política. No todos los funcionarios ni militantes kirchneristas compartieron esa visión.
Las marchas fueron protagonizadas en el núcleo más importante por sectores de clase media y jóvenes. Sobre la fragmentación social conviene tener en cuenta lo que dice el consultor político Jorge Giacobbe.
Los analistas políticos no creen en una respuesta positiva. Pero los temas planteados están en la agenda de todas las encuestas de opinión pública, como los describo en mi columna en La Voz del Interior: Entre la gente «bien vestida» y Miami.
La forma en que responda Cristina Kirchner será clave para alentar la inversión y afirmar la recuperación que podrían aportar el campo y la demanda desde Brasil en 2013. Los jóvenes de La Cámpora alientan una contramarcha y otra manifestación para el 27 de octubre, a dos años de la muerte de Néstor Kirchner.