Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. El kirchnerismo tiene un punto débil: la corrupción. Ahí está su talón de Aquiles. Pero se equivocan quienes creen que les será fácil golpear en ese punto de vulnerabilidad. Y se equivocan por no calibrar con precisión la ventaja que el kirchnerismo tiene sobre la oposición.
Esa ventaja es la energía. Al kirchnerismo lo moviliza una fuerza vital de la que la oposición carece. Esa energía política lo vuelve incontenible. A sus opositores, críticos y detractores se les hace casi imposible alcanzarlo en la carrera. Se mueve más velozmente, puede ser hiperquinético, reconstituye velozmente los tejidos dañados y, sobre todo, puede caer muchas veces y volver a levantarse.
No alcanza con las denuncias de corrupción. La energía política genera una fuerza gravitatoria que mantiene unidas sus partes y atrae a sectores de la clase media y de la juventud.
La falta de energía política en las fuerzas y dirigencias opositoras se hace visible en su carencia de bases y militantes. Aun siendo mayoritaria la porción de argentinos que siente aversión por el modo de gobernar de Cristina Kirchner, por el autoritarismo que lo caracteriza y por las falacias del “relato” que lo justifica, la oposición no logra armar partidos sólidos, con bases amplias y con militantes. No logra atraer a los jóvenes, porque a la juventud la atrae lo que tiene energía, no lo que carece de ella.
En la política, como en la física, lo que no tiene energía carece de gravitación. Ése es el drama opositor.
Por cierto, entre las principales fuentes generadoras de energía kirchnerista está el dinero, el Estado convertido en una fábrica de cargos y de empleos bien rentados. Las arcas públicas también financian, directa o indirectamente, un polo mediático que reproduce el “relato” elaborado en usinas intelectuales, altamente capacitadas en adoctrinamiento.
Pero semejante construcción también ha sido posible porque la cúpula del liderazgo supo convertir sus apetencias y ambiciones en energía política.
Con esa energía política logra lo que no puede explicar la oposición y cabe señalar, entre muy pocos, el bloguero Lucca en sus estupendos Relatos del Presente. En esa página describe, por caso, “la desviación de la gratitud”, o sea el fenómeno de que haya tantos que “le agradecen a la Presidenta por el esfuerzo nuestro: nos seca con impuestos para bancar obras sobrefacturadas, incompletas y muchas veces inservibles, y se lo agradecen; revienta las jubilaciones en créditos inviables, y se lo festejan a ella, no a los viejos que cobran la mínima”.
La impotencia opositora es la consecuencia de obsesionarse con apuntar al flanco vulnerable del gobierno, la corrupción, y no en analizar y comprender el fenómeno de energía política que moviliza al kirchnerismo.
Ese flanco débil es tan grande y grosero, que genera la probablemente equívoca sensación de que se puede vencer al kirchnerismo golpeando su punto vulnerable, como Paris hizo con Aquiles en la mitología.
Por cierto, la oposición no debe dejar impune las debilidades. Pero la verdadera forma de superar al kirchnerismo es compitiendo contra su fenomenal vitalidad.