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Por Claudio Fantini. La durísima sentencia a Leopoldo López estaba cantada. Las condiciones políticas estaban dadas para que el gobierno chavista pudiera enviar el mensaje que amedrente cualquier intento de liderar nuevas rebeliones multitudinarias, como la que llevó al líder opositor a la cárcel militar de Ramo Verde.
Nicolás Maduro había testeado la región y encontró luz verde para el endurecimiento. Ese testeo fue la deportación de colombianos, echados brutalmente, a pie y con sus pocas pertenencias a cuestas. Colombia convocó a la OEA para mediar, pero perdió la votación gracias a las abstenciones de Argentina, Brasil y Panamá.
Gobiernos de centro izquierda, como los que encabezan Tabaré Vázquez en Uruguay, Michelle Bachelet en Chile y Salvador Sánchez Cerén en El Salvador, votaron a favor de Colombia; pero los votos de los países del eje chavista más los de los estados caribeño asociados a Petrocaribe permitieron, junto a las abstenciones mencionadas, que por un voto Maduro emergiera triunfal y el conflicto con Colombia quedara en manos de Unasur.
La votación en la OEA fue la luz verde que vio el presidente venezolano para completar su endurecimiento autoritario, haciendo que la parodia de juicio al líder del partido Voluntad Popular concluyera con una sentencia aleccionadora y burda.
Leopoldo López, a diferencia de Enrique Capriles, reclamaba en las protestas callejeras la caída del gobierno chavista. ¿Es eso un golpe de Estado? Si lo fuere, serían golpistas quienes protestaron en Guatemala hasta que cayó el presidente Otto Pérez Molina y las multitudes que reclamaron en Brasil el juicio político a Dilma Rousseff.
La falacia del juicio al dirigente opositor se ve en que se le imputaron, como autor intelectual, hechos en los que no presentaron a los autores materiales. ¿Cómo puede probarse la autoría intelectual de un hecho del que se desconoce al autor material?
La pena draconiana que se aplicó a Leopoldo López muestra la influencia que el chavismo aún tiene en la región, pero también muestra la debilidad creciente de un gobierno que no puede revertir la debacle económica en que se precipita el país desde que comenzaron a caer los precios internacionales del petróleo.
» Lea también: «Petróleo: 2015, el año del punto de inflexión» [30/12/2014].
Esa debilidad provocaría, según todas las encuestas, una derrota catastrófica del gobierno en las elecciones legislativas de diciembre; lo que abriría las puertas a un referéndum revocatorio que podría sacar a Maduro del poder.
¿Afrontará ese riesgo el presidente venezolano? ¿O ante una derrota cantada recurrirá al fraude o a la suspensión del comicio, generando alguna tensión externa que le sirva de justificación?
Si eso ocurriera ¿seguirá la región aportando su vergonzoso silencio?