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Por Claudio Fantini. Mauricio Macri no tiene dotes para lucirse en grandes escenarios internacionales. Ni es un virtuoso de la oratoria, ni tampoco sabe cómo atraer la atención de sus audiencias. Sin embargo, en la Asamblea General de la ONU, para caerle bien a la gran mayoría de quienes lo escucharan, le alcanzará con no dictar cátedra de economía y política, como hacía su antecesora.
Mientras no levante el dedito y se ponga a explicar a sus colegas cómo se hacen las cosas con tono de iluminado, será escuchado con atención y será bien valorado. Esa sola diferencia con Cristina Kirchner pondrá en evidencia que hay un cambio en la Argentina y que vale la pena tenerla en cuenta a la hora de pensar destinos para inversiones.
El cambio de Gobierno y los anuncios de Macri, a pesar de sus negligencias y contramarchas, ha generado una expectativa positiva. La pregunta es si el Presidente tiene algún instrumento para convertir la expectativa favorable en acción. Sucede que, hasta ahora, es como si estuviese faltando algo para que la intención de los inversores se convierta en acción, o sea, en inversión.
❝La pregunta es si el Presidente tiene algún instrumento para convertir la expectativa favorable en acción.❞
La impresión es que hay confianza en las intenciones de Macri, pero hay dudas de si las fuerzas inerciales que gravitan sobre la economía argentina, le terminarán doblando el brazo al Gobierno.
En la Asamblea de la ONU y en el encuentro con los miembros de la junta directiva de la Bolsa de Nueva York, ¿sacará de la manga alguna carta que derrote a las dudas y temores que aún genera la Argentina?
En todo caso, lo que está claro es que Macri, a diferencia de Cristina, intenta usar los escenarios internacionales para seducir a los inversores. Su antecesora, usaba esos escenarios para procurar un lucimiento personal, que no tenía ninguna utilidad para el país.
También está claro que la agenda del presidente en Estados Unidos incluye encuentros calibrados estratégicamente.
El más importante es con Bill Clinton, ya que el ex presidente es el principal consejero de su esposa, por tanto hablar con él y ganarse su confianza, implica un acercamiento potencialmente beneficioso, dado que, si bien no hay un triunfo asegurado, Hillary Clinton tiene serias chances de convertirse en la próxima presidenta de los Estados Unidos.