Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
Junto a las señales positivas de la economía en las últimas semanas, en especial, en el mercado...
Por Juan Turello. El buen momento de la Argentina en los mercados financieros y las palabras de...
El Grupo Sancor Seguros fue nuevamente protagonista en los Premios Prestigio al lograr...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. Cerrar el discurso gritando “viva la libertad, carajo” fue una mala decisión que empañó una alocución presidencial en general correcta sobre la cuestión Malvinas. Se pueden discutir algunos aspectos, pero lo objetivamente mal es que Javier Milei cierre una alocución formal en un día patrio, vociferando una consigna partidaria. La reinserción de las Fuerzas Armadas.
Las bibliotecas se dividen respecto a Julio Argentino Roca, aunque nadie discute su rol central en la organización nacional y la estabilización, que dejaron atrás los tembladerales que siguieron a la Declaración de Independencia.
Sin el cierre partidario desubicado, el discurso de Milei sobre Malvinas habría dejado una buena imagen.
Gritar “viva la patria” se habría encuadrado correctamente en ese tipo de acto, pero el “viva la libertad, carajo” equivale a que un presidente peronista cierre su discurso oficial de la fecha patria gritando “viva Perón”.
Su acertada decisión de buscar la reinserción de las Fuerzas Armadas (FFAA) en la vida institucional, al cerrar las décadas de cuarentena política con las que pagó los crímenes del régimen que inauguró Jorge Videla, incurrió en un desacierto: el 2 de abril no es la fecha indicada para reivindicar a las FFAA.
Los veteranos, los caídos y los pilotos de la Fuerza Aérea honran esa página trágica de la historia.
Pero lo que se evoca el 2 de abril no es un orgullo nacional. La fecha evoca la tragedia de una sociedad que llenó la Plaza de Mayo a un dictador mediocre y napoleónico que, frente al crecimiento de protestas, improvisó una gesta en un terreno caro para los sentimientos nacionales.
Fue trágico que Leopoldo Fortunato Galtieri haya sido ovacionado por una inmensa multitud en Plaza de Mayo.
Más grave aún que cuando el país cantó los goles mundialistas en 1978, ya que por entonces aún no estaban a la vista los crímenes masivos de la dictadura.
Reivindicar y respetar a las Fuerzas Armadas es necesario, pero no es el 2 de abril la mejor fecha para hacerlo.
Por haber ido a pelear sin preparación ni armamentos adecuados, cientos de combatientes que murieron en los campos de batalla de Malvinas.
Los que sobrevivieron a aquellos duros combates en desventaja, merecen ser tratados como héroes.
Ellos redimen al país de sus trágicas desventuras y derivas, por eso, el discurso presidencial debió focalizar la reivindicación sólo en ellos.
Aquel día de 1982, cuando Argentina recuperó las Islas Malvinas, las FFAA estaban en manos de la camarilla negligente y criminal que, para salvarse a sí misma, envío a miles de jóvenes sin adiestramiento ni armas adecuadas, a morir en una guerra mal decidida y peor planificada.