Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Había un vacío y Rusia decidió llenarlo. Los reinos de la península Arábiga y las potencias de Occidente establecieron como prioridad en el conflicto sirio, la caída del régimen de Bashar al Asad. Esa prioridad es insostenible desde que ISIS (estado islámico), el Frente al Nusra y otras decenas de milicias lunáticas, convirtieron un territorio equivalente al que ocupa Bélgica, en un campo de concentración donde perpetran un genocidio.
Que el régimen alauita sea una dictadura (como casi todos los regímenes árabes), no implica que sus enemigos no sean inmensamente peores.
Barack Obama inició los bombardeos contra ISIS en Siria, mientras Europa se limitó a actuar en territorio iraquí hasta que la inundó una ola de refugiados sirios. Pero los ataques de las potencias de Occidente tienen el objetivo de acotar, no de erradicar, al jihadismo ultraislamista en Siria. Y lo evidente es que no alcanzan para detener las masacres y limpiezas étnicas que esos grupos del sunismo wahabita y salafista realizan contra chiítas, drusos, kurdos, árabes cristianos y comunidades preislámicas, como los yazidíes.
El vacío provocado por la financiación árabe del jihadismo y por el error occidental de priorizar la caída de Al Asad, allanaron el camino para que Rusia entrara abiertamente en un conflicto externo por primera vez desde que, en 1979, se zambulló en la guerra de Afganistán.
Con Vladimir Putin en el Kremlin, los rusos combatieron en las caucásicas Chechenia y Georgia, pero esos conflictos, como el de Ucrania, están dentro de sus tierras o en lo que fue el área soviética. En cambio Siria, como Afganistán, implica una guerra en lejanías. Y si Moscú ha decidido intervenir no es sólo por cuidar posesiones militares como su base naval de Tartus.
Rusia también lo hizo por el vacío que provocó la inacción occidental y por la financiación árabe de esa suerte de Tercer Reich ultraislamista, para reducir la influencia iraní y de sus aliados chiítas de Irak, Siria y el Líbano.
Video | Primer bombardeo ruso a ISIS en Siria ↓
Por cierto, los proyectiles rusos no caerán solamente sobre ISIS, Al Nusra y las otras milicias ultraislamistas. Es que seguro que caerán sobre el Ejército Libre de Siria y otros grupos moderados que luchan contra Al Asad. Pero la decisión de Putin obliga a Obama a negociar un acuerdo sobre el futuro del país árabe.
Quizá puedan arribar a una fórmula intermedia entre el deseo ruso de sostener al régimen y la voluntad occidental de reemplazarlo. Si no lo logran, Siria puede ser otra Ucrania en la relación ruso-norteamericana. Y si lo logran, el mundo podría ver a Rusia y Estados Unidos en la misma trinchera, como en la Segunda Guerra Mundial, cuando se aliaron para vencer a Hitler.