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Por Juan Turello. Los anuncios del presidente Alberto Fernández y del gobernador Juan Schiaretti dejaron en Córdoba sonrisas, que podrían representarse con el emoji de la cara feliz, por la liberación de actividades sociales. En forma paralela, en la producción y entre exportadores e importadores predomina la cara triste.
En la industria manufacturera también hay sectores que exhiben la cara feliz. La industria láctea produjo en mayo 25,8% más en relación con febrero último, previo a las primeras alertas del Covid-19. La ocupación alcanza al 96% del plantel.
Los datos relevados para el Ministerio de Industria de Córdoba por la consultora Economic Trends, a cargo del economista Gastón Utrera, destacan también el comportamiento de las industrias de la maquinaria agrícola y de alimentos en general, la que en mayo elaboró 28,8% más que en febrero.
Cara feliz para las actividades sociales, pero la producción sigue en Córdoba preocupada. El supercepo podría trabar aún más la actividad para exportadores e importadores.
La cara triste corresponde a la industria metalmecánica que en abril produjo el siete% de lo que fabricaba en febrero.
La Unión Industrial de Córdoba (UIC) está terminando el relevamiento de mayo, luego de la catástrofe de abril. El relevamiento del Indec mostró una caída de 33,5%. La construcción se derrumbó 75,6%. Tremendos datos.
En el interior de la UIC resumen la coyuntura: el 20% ligado a la industria alimentaria está bien; se recuperó otro 20% ligado al campo y el 60% de las fábricas trabaja a menos del 40% de su capacidad. De este grupo sale el alerta de que no podrán pagar los sueldos de junio ni el aguinaldo.
El malhumor de los pequeños y medianos productores es notable, y les achacan a los dirigentes de las grandes entidades empresarias la falta de una voz más firme ante el Gobierno nacional.
“En esta coyuntura, hay que tener los pies dentro del plato; gritar a través de los medios no ayuda para alcanzar soluciones con los funcionarios”, dijo un encumbrado dirigente fabril, que conoce los reclamos de las Pymes.
Sobre llovido, mojado, dicen los exportadores e importadores ante el supercepo que puso el Banco Central para cuidar las escuálidas reservas; las disponibles son menores a 10 mil millones de dólares.
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La Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (CaCEC), que preside Marcelo Olmedo, advirtió que las nuevas restricciones para importar afectan “profundamente la normal provisión de insumos a las cadenas de producción, con posibilidades de paralizar la actividad económica”.
El 80% de los componentes industriales y tecnológicos son importados.
Ahora, habrá que pedir los dólares a una entidad financiera, y si esta rechaza la operación, cada carpeta será analizada “una por una” por el directorio del BCRA. Todo quedará al arbitrio (y algo más) de los técnicos del Central.
Resultado de la burocracia: “los costos se encarecerán, lo que implicará un aumento de precios internos y pérdida de competitividad de las exportaciones, especialmente del sector manufacturero, tanto de origen industrial como agropecuario”, concluye CaCEC.
La realidad es que el BCRA se quedó sin dólares. El Estado está en default y carece de ahorros genuinos hasta para impulsar un “plan Marshall criollo”, como piden las organizaciones sociales. De allí que es clave dar un primer paso: cerrar el tema de la deuda.
La consultora Giacobbe & Asociados reveló que el 56% de las familias advierte que su “economía no resiste otro mes de cuarentena”.
Las gremiales empresarias están dando pelea ante los funcionarios nacionales, pero la definición de un hombre clave del poder los asustó: “Tenemos que apostar a un capitalismo distinto, con mayor regulación”. Más incertidumbre para que la rueda empiece a andar.