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Por Juan Turello. El “plan platita” de Sergio Massa no se detiene. Cada día suma nuevos sectores con medidas que podrían sugerir que hay almuerzos gratis, pero no es así: alguien paga el valor de la comida, señala mi nota en La Voz.
Massa intenta sumar a quienes critican los errores de Alberto Fernández (él mismo lo hace), con la promesa de que en su eventual gestión el salario superará a la inflación; que crecerán las oportunidades laborales y que el Estado protegerá a todos, cualquiera sea su necesidad. “Exceso de promesas”, diría el octógono negro.
Los anuncios no reparan en que el desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI) incluía el compromiso de recortar el gasto, por parte de un Gobierno que ya tiene un elevado déficit en las cuentas públicas, al cual atiende con fuerte emisión.
Al “plan platita” le faltó el anuncio de un severo recorte del gasto, para compensar la caída en la recaudación.
La industria y la construcción cayeron en sus niveles de actividad en los meses anteriores. El producto interno bruto (PIB), es decir toda la actividad económica, cayó 4,9% en el segundo trimestre.
Si la oferta de bienes y servicios es menor frente a una demanda incentivada por los pesos que llegan a los bolsillos, los precios subirán. De manual.
Las consultoras privadas y economistas estiman que en el último trimestre del año la inflación superará el 10% mensual, con un proyectado de alrededor de 180% en el año.
La diferencia de la actual coyuntura con una hiperinflación es la velocidad de circulación de los pesos, que en ese caso empujan a una remarcación diaria o semanal.
Para los consultoras y economistas, la Argentina no atraviesa todavía una hiperinflación, pero no ofrecen certezas sobre lo que pueda suceder a partir del 23 de octubre.
Un resumen de los desatinos es la batalla oficial por el Impuesto a las Ganancias, convertido en uno de los ejes del “plan platita”.
Aparte de los ya eximidos por el tributo, los nuevos beneficiarios que ganan hasta 15 salarios mínimos, vitales y móviles (SMNV) -unos dos millones de pesos desde octubre-, son apenas 90 mil, según datos de la recaudación tributaria.
El 10% por ciento de la población “más rica” de la Argentina gana más de 280 mil pesos por mes. El decil que le sigue por debajo recibe más de 200 mil pesos mensuales.
¿Hacía falta llevar el mínimo no imponible a dos millones o hay beneficiarios de la “política” en ese listado?
El 10% más pobre tiene un ingreso per cápita que apenas supera los 20 mil pesos. Algo así como unos 700 pesos por día, que no le alcanzan para comprar un kilo de pan y un litro de leche.
La política tributaria en el mundo avanza en gravar los ingresos, los bienes y el consumo; segmentos que incluyen diferentes escalas de impuestos.
Por contrapartida, en la Argentina se penaliza más el agregado de valor, vía ingresos brutos y retenciones.
El economista Milton Friedman popularizó la frase “no hay almuerzos gratis”, en el sentido de que alguien tiene que pagar ese plato de comida, aunque en apariencia sea gratis.
La referencia bien podría interpretarse con las últimas medidas de Massa: quién “pagará” los beneficios otorgados por más de ¡tres billones de pesos!
El ministro-candidato no cede y concurre a cada acto o reunión empresarial para realizar un pomposo anuncio, con el que espera obtener el apoyo que lo deposite en el balotaje del 19 de noviembre.
¿Alguien piensa que serán “gratis” para la sociedad los alivios a empleados, jubilados, monotributistas, autónomos, turistas, pymes y exportadores?
Si el bache no se atiende con recortes y, por el contrario, se acude a la maquinita, el valor del almuerzo lo vamos a pagar entre todos, con más inflación. La advertencia ya tiene varios años.