Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Daniel Scandizzo. La última década del siglo 20 abrió el telón para gigantes de hormigón que modificaron el trazado urbano y los hábitos de de consumo en las grandes ciudades: los shoppings. Leer +
Por Rosa Bertino. Córdoba tiene alfajores,“chichís”, tonada y cuarteto. Sin mucha pompa y con justificado orgullo, el cuarteto acaba de celebrar 70 años de prolífica existencia. La definición que aparece en Internet se ajusta a la idea de que no surgió en Córdoba capital sino en el campo. Leer +
Por Sebastián Spaccesi (CEO de Fundación Santo Domingo). Si analizamos el comportamiento de nuestros clientes el axioma marketinero establece que siempre tienen «la razón», lo que resulta muy controvertido. Les propongo una odisea al cerebro del cliente.
Por Daniel Scandizzo. Calderón de la Barca estrenó su obra teatral “La vida es sueño” en 1635. Cuatro siglos después, los sueños continúan impulsando a los seres humanos a una incesante búsqueda de felicidad y bienestar. Leer +
Por Rosa Bertino (Periodista especializada en temas de Espectáculos). Pocos siglos han sido tan hipócritas como éste. Se habla muchísimo de liberación femenina y respeto a la mujer, pero la televisión, las revistas y los portales de noticias las reducen…
Por Rosa Bertino (Periodista especializada en temas de Espectáculos). El programa A todo o nada está a años luz de Odol Pregunta, el legendario ciclo de preguntas y respuestas cuando la televisión era en blanco y negro, que propició el surgimiento del “prodigio” Claudio María Domínguez.
Tampoco se parece a El Imbatible, el segmento preferido de Susana Giménez
El ciclo que conduce Guido Kaczka (Canal 12, lunes a viernes a las 17) es, o intenta ser, una cruza de los que animaban Marley o Julián Weich. Aquí también hay que ponerle el cuerpo a las preguntas. Participante que acierta, se lleva un premio. El que pierde es sumergido en un piletón de agua jabonosa. Pero, como en todo quiz show, la “diversión” pasa por reírse de las pifiadas del participante.
A todo o nada debería ser considerado obligatorio por el Ministerio de Educación. Mejor dicho, para el Ministerio de Educación, ya que es un testimonio de la ignorancia que aflige a una ancha franja poblacional. Como si nunca hubieran ido al colegio. O como si realmente creyeran que con una calculadora y un celular les alcanza y sobra.
A poco de empezar el año, la producción de A todo nada descubrió que uno y tres cuartos de cada dos jóvenes (y varios adultos) no sabe hacer cálculos mentales. Ni siquiera los más simples. Por ejemplo, cuánto es 38 x 2. Palidecen, se les nubla la vista, dicen “me tomó de sorpresa” (¡!) y ruegan ser arrojados/as directamente al agua. Ante ello, el equipo de Kaczka decidió concentrarse en las multiplicaciones. Ahora los contendientes vienen más preparados. Esta semana hubo dos aciertos al hilo. Un chico incluso acertó 22 x 71=1.562). Los ganadores fueron ovacionados, se llevaron sendos aires acondicionados y bailaron samba con una rubia que se pone los vestidos con calzador.
A lo bueno también hay que decirlo, sobre todo cuando escasea. No toda televisión es chatarra. A todo o nada ha hecho visibles esfuerzos por superar las críticas que le reprochaban la “animalidad” de los juegos. Pero, aunque no se lo proponga, es un reflejo de las estadísticas que más nos afligen y comprenden a toda una generación que hoy está habilitada para votar.
En la Argentina, el retraso educativo alcanza a 25% de la primaria y más de 40% de la secundaria (datos de Idesa). Haciendo zapping encontramos algunas razones de ese fracaso. A la misma hora, por Canal C, emiten Todo cuarteto, un programa que raya en lo inverosímil y co-conduce “Jandry, la Diva”. Esta versión femenina de la Mona Jiménez pasa chismes y desparrama barbaridades, como si cierta clase social sólo existiera en función de la bailanta, la adrenalina y la excitación nocturna.
¿Qué puede hacer una cartera educativa frente a esa filosofía de vida?
Por Rosa Bertino (Periodista especializada en temas de Espectáculos). Supongamos que usted, como yo, no seguía muy de cerca el derrotero de Fabio “la Mole” Moli, pero sabía que es un boxeador nacido en Villa del Rosario, y que está arriba de los 40 años y los 130 kilos.
Y que por alguna enigmática razón sigue figurando como “campeón argentino de los pesos pesados”, aunque hace rato que no se calza los guantes, al menos profesionalmente.
Con perdón de la comparación que, como todas, puede ser bastante odiosa, “la Mole” Moli es al show lo que Luis Juez (en Twitter: @ljuez) es a la política. Se hizo nacionalmente conocido porque habla un cordobés básico fácilmente identificable, cuenta chistes, es simplón y buen tipo, etcétera.
Pero “la Mole” sigue ascendiendo, lo cual no deja de sorprendernos y amerita una reflexión. Ya no hará temporada estival en Córdoba sino en Mar del Plata, compartiendo elenco con otros exponentes del mediatismo porteño, como Jacobo Winograd y Guido Suller. Al igual que yo, usted no piensa que semejante camada sea sinónimo de éxito. Sin embargo, así lo ve el público que irá al teatro.
Y todo gracias a Marcelo Tinelli. Como hacedor televisivo, tiene aspectos criticables, pero no podemos negar que lo suyo es un pasaporte a la fama, aunque no cualquiera la alcance. Hace un tiempo, en un casting hecho en Córdoba, Tinelli detectó de inmediato a “la Mole” y lo llevó a bailar por un sueño. ¡A bailar! Más estilizado nos parecía el hipopótamo que danza en el clásico Fantasía. Pero no se trata sólo de bailar, sino de tener carisma. Ahí radica el ojo de Tinelli. Si bien Fabio se buscó una excelente coach, una profesora de danzas que tiene una academia cerca del Hípico, con quien ensayó muchísimo, hasta el final del certamen lo fue salvando el voto del público.
Ahora ha vuelto a ocurrir lo mismo. Este año no bailó ¡sino que cantó! en Cantando 2012, un programa de la misma escudería, conducido por José María Listorti. La semana pasada, ya en el cierre del certamen, “la Mole” terminó acaparando más del 60% del voto telefónico. Parece que tal adhesión provocó la bronca del músico Oscar Mediavilla, jurado y marido de Patricia Sosa. Pero se la tuvo que bancar.
Un fenómeno parecido es el de “Peter” Alfonso y Paula Chávez (el chico del “rioba” y la fina modelo), que existen gracias a la varita de Tinelli. Nadie se explica de dónde sacan tanto ascendiente sobre los espectadores, que los votan, los votan, los votan …
Las democracias televisivas no son muy confiables. No triunfa el más meritorio, sino el que mejor luce o despierta mayores fantasías. Bastante parecido a la actitud de muchos argentinos, cuando se trata de elegir a nuestros representantes o dirigentes.
El viernes último, la peluquera y sus clientas miraban la televisión con la unción que, en un pasado no tan remoto, esas mismas mujeres fueron a misa y escucharon al párroco. O atendieron a sus padres y abuelos. O a sus maestros.
La TV parece haberlos reemplazado a todos, y no precisamente para mejor. En la pantalla se sucedían filmes y recordatorios de la muerte de Lady Di. La princesa falleció hace 15 años, en un puente parisino y en compañía de un playboy egipcio de dudosa reputación. Aunque suene de mal gusto, podría decirse que terminó estrellándose a la velocidad en que vivía.
Mucha gente se pregunta si Diana Spencer era “tan” merecedora de envíos especiales. ¿Qué hizo, en su corta existencia, además de sufrir el rechazo del futuro rey de Inglaterra? Tenía una carita mágica, sin duda, y dedicó sus horas libres a la beneficencia. Para el ámbito en que le tocó desenvolverse, fue una madre ejemplar. Como siempre, la respuesta vino de la propia audiencia: una década y media después de muerta, Diana Spencer volvió a convocar a millones de espectadores. Su nombre es sinónimo de rating.
Algo parecido, y a la vez muy distinto, provoca la nueva irrupción mediática de Florencia de la V. Programas y revistas la mostraron bautizando a sus mellicitos, nacidos de un vientre alquilado en Estados Unidos y primorosamente vestidos por Jorge Ibáñez. Salvo el cura, con una sotana tan gastada como los zapatos, el resto parecía listo para ir al desfile de Ascot (y entrar por la puerta de servicio). No es exagerado suponer que el padrinazgo de Ibáñez fue un canje publicitario.
Tanto la princesa de Gales como Florencia de la V son parte del mundo de la imagen. Un mundo que no se destaca por la imaginación, sino por la sensualidad y el efectismo. Y del cual todos somos partícipes. Leer +
Si es por lo que uno lee, escucha u observa a simple vista, el país está cada vez peor. Córdoba ya no marca una diferencia.
Hasta los porteños se asustan de lo mal que manejamos y de la agresividad que campea en esta bella ciudad, otrora típicamente “provinciana”. Por tal se entendía a una pequeña urbe, medianamente ilustrada, de hablar y andar cansino, con un proverbial sentido del humor.
Ya no existe sobremesa en la que nosotros mismos no nos preguntemos por qué estamos tan “mal”. Invariablemente, aparecen dos culpables: el Gobierno (cualquiera sea) y la televisión.
Con el primero, no nos vamos a meter. A la segunda no hay forma de absolverla de cierta responsabilidad, en la propagación de la “mala onda”. La grilla se alimenta de noticiarios con pocas buenas noticias; de programas que funcionan a base de escándalos, que luego son retransmitidos por los chimenteros. Incluso, las telenovelas tienen un grado de sexismo y provocación que te pone nervioso.
Sin embargo, la gente no es tonta. ¡No señor! Cuando tiene que pagar una entrada, se fija bien en quién la invierte. Basta con darse una vuelta por la famosa calle Corrientes, en Buenos Aires, donde está el grueso de la escena teatral, para darse cuenta que la pantalla es puro cuento.
Hoy, Moria Casán o Carmen Barbieri no llenan una sala ni a palos. Si Jorge Rial intentara cobrar para mostrarse con la ex “Niña” Loly mientras Marcelo Polino les saca el cuero, le alcanzaría con un puestito en la feria. En cambio, hay cuadras de cola para ver Stravaganza, no porque Flavio Mendoza esté con Tinelli, sino porque es un auténtico profesional. El musical Mamma mía (“chiquitita dime por qué …”) agota localidades sin un solo “famoso” en el plantel. El teatro tradicional, con excelentes actores y obras “con mensaje” o “para pensar”, está repleto de un público atraído por el boca a boca. Es el caso de Toc toc, La última sesión de Freud o Conversaciones con mamá.
Aunque parece dominar nuestras existencias, en realidad a la tele la vemos porque es gratis. Y no le creemos nada. Leer +
Por Rosa Bertino.
El 27 de julio último, la vedette Moria Casán estuvo en Paraguay presentando su show. Es su propia marca de fábrica y una Pyme andante, que se queja de los que “se cuelgan” de su voluminosa pechera. Con ese negocio a cuestas, viaje con frecuencia al interior de la Argentina y a países vecinos.