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Por Juan Turellol. “Tené cuidado al manejar; si chocás, no hay repuestos”. La frase del mecánico sorprende al automovilista, quien concurrió al taller para una revisión de rutina. El congelamiento de precios y las trabas a las importaciones producen efectos indeseados, señala mi nota en La Voz. Otro botón de muestra: en el campo y en los centros de transporte se quejan porque prácticamente no hay neumáticos grandes para la maquinaria agrícola o para los vehículos de gran porte. ¿Qué provoca el congelamiento?
La Cámara de Industriales Metalúrgicos y Componentes de Córdoba (CIMCC) le reclamó al Banco Central que no prorrogue la limitación de importaciones, que rige hasta el 31 de octubre.
De mantenerse esa traba, la entidad afirma que la industria de autopartes y la de componentes para la maquinaria agrícola tendrán serios problemas para la producción, lo que afectará el nivel de actividad.
“Autos nacionales tenemos; importados de Brasil, nada”, comenta el titular de una concesionaria Volkswagen. El panorama es similar en las otras marcas.
La actividad económica alcanzó en agosto el nivel prepandemia: 0,4% por encima de febrero de 2020, según el Ministerio de Producción.
Sin embargo, aún está 3,1% por debajo del promedio de 2018, cuando se produjo la gran devaluación, y a 1,1% del promedio de 2019, golpeado por el resultado de la elección presidencial.
El congelamiento favorece a los sectores altos, que pueden financiar sus compras, al tiempo que perjudica la producción de Pymes y cooperativas.
El Gobierno llegó al congelamiento al advertir que la inflación (3,5% en septiembre y un número similar para octubre) licúa en el bolsillo el “plan platita”.
En septiembre, se imprimieron más billetes de mil pesos que de 500, lo que da una idea de que cada vez se necesitan billetes más grandes para las compras diarias.
Si se aplica el congelamiento de precios y los productos llegan al interior, según el listado elaborado por Roberto Feletti, los supermercados y los locales mayoristas serán los ganadores de la partida.
Por contrapartida, llevan las de perder autoabastecimientos y almacenes de barrio, que no contarán con los 1.432 productos listados por Comercio Interior.
Por el lado de la producción, las grandes compañías -varias de ellas, multinacionales- tienen la espalda financiera para “aguantar” el congelamiento hasta el 7 de enero, admiten sus directivos, quienes deben negociar importados con el Gobierno.
El congelamiento alimenta las contradicciones del Gobierno: favorece el consumo de los sectores más altos de la población, que pueden financiar sus compras y stockear productos, al tiempo que perjudica a las Pymes y pequeños establecimientos.
Es lo contrario de la política que se proclama en las tribunas
Argentina ingresó en una dinámica peligrosa por el exceso de pesos del “plan platita” y las expectativas de devaluación tras los comicios del 14 de noviembre.
Hasta el 30 de septiembre, el dólar oficial se ajustó sólo 17,5%, mientras que los precios minoristas se incrementaron 37% y los mayoristas, 39,8%.
El atraso alimenta las expectativas de un ajuste mayor después de las elecciones. Martín Guzmán asegura que ese salto no se producirá.
“Espero que tengamos una buena cosecha de soja”, dice un industrial mientras mira al cielo y espera que no se cumplan los pronósticos de una “Niña” seca.
Los granos siguen siendo el principal alimento de las reservas del Central.
El Gobierno se internó en un difícil laberinto, que incluye el cepo al dólar; la escasa existencia de divisas en el Central; las idas y vueltas en el acuerdo con el FMI -postergado ahora para marzo de 2022- y las contradicciones internas que exhibe la administración de Alberto Fernández.
La encendida defensa del congelamiento de precios, calla a la hora de hablar sobre “el día después”, que es el que más le preocupa a la población.