Por Claudio Fantini. Es la postal de un yihadista suicida que detona en un barco los explosivos adosados a su cuerpo. Parece seguro que no sobrevivirá al atentado que comete, y que provocará el naufragio de la embarcación. Lo seguro es que muy difícilmente una coalición quisiera a Elisa Carrió en su dirigencia.

Cualquiera fuerza política se sentiría como un barco que permite abordar a un conocido yihadista que, en algún punto de la travesía, ejecutará su destructivo suicidio.

No obstante, más allá de la compulsividad de Carrió en ese tipo de práctica, la matemática parece darle la razón. Si su prioridad es evitar que el kirchnerismo permanezca en el poder después de 2015, tiene lógica no quedarse en un conglomerado cuya participación, según todas las encuestas, sólo puede tener como consecuencia favorecer al candidato que posibilitará esa permanencia: Daniel Scioli.

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— J. Sebastián Turello (@SebaTurello) noviembre 20, 2014

Ningún sondeo muestra una ecuación que arroje otro resultado. Un candidato presidencial del Frente Amplio-UNEN (FA-UNEN), que lograría entre 10 y 20% del electorado, quitará a Mauricio Macri y a Sergio Massa los votos que les permitirían entrar al ballotage con el candidato bendecido por Cristina Kirchner y La Cámpora.

De tal modo, ese candidato podrá, o bien alcanzar el 45% de los sufragios, que le permitiría ganar en el primer turno (Art. 97 de la Constitución Nacional), o bien que el segundo esté a más de 10 puntos de diferencia y no pueda pasar a segunda vuelta si el ganador tiene más del 40% (Art. 98).

Esta ecuación inexorable no surge de la imaginación de Carrió, sino de todas las encuestas. Y seguramente no lo ignoran los dirigentes de FA-UNEN que se oponen a una alianza, por caso, con Macri.

Si no ignoran que -sin ampliar la coalición- favorecerán a Scioli, por qué mantienen su renuencia. Julio Cobos no puede alegar purismos después de haber sido vicepresidente del kirchnerismo. Tampoco puede hacerlo Ricardo Alfonsín, tras haberse aliado con Francisco De Narváez en los comicios anteriores.

❝Un eventual gobierno de Scioli sería corroído por el camporismo y demás vertientes kirchneristas que, como el escorpión con la rana, hundirán la embarcación en la que naveguen, si no la conduce Cristina❞.

El radicalismo entero llevó como candidato presidencial a un ministro clave de Duhalde y de Kirchner, Roberto Lavagna.

Un eventual gobierno de Scioli sería corroído por el camporismo y demás vertientes kirchneristas que, como el escorpión con la rana, hundirán la embarcación en la que naveguen, si no la conduce Cristina.

Entonces, ¿por qué mantienen un purismo tan funcional a un liderazgo al que consideran tan negativo?
Posiblemente porque están llegando a la conclusión de que para el panradicalismo será mejor perderla que ganarla la elección de 2015. ¿Por qué? Porque, igual que el Gobierno que recibió la Alianza radical-frepasista, el inmediato poskirchnerismo será una bomba de tiempo imposible de desactivar sin pagar un precio político devastador.

De tal modo, la apuesta resignada de la cúpula de FA-UNEN sería ganar intendencias y gobernaciones mediante alianzas locales con el massismo y el macrismo, sacrificando la aspiración presidencial.

El cálculo es que un eventual gobierno de Scioli sería corroído desde adentro por el camporismo y demás vertientes kirchneristas que, como el escorpión con la rana, hundirán la embarcación en la que naveguen, si no la conduce Cristina.

De tal modo, la dirigencia de FA-Unen tendría como plan no luchar por la Presidencia, simulando que lo hace.
Por esa razón renunció Elisa Carrió. Su problema es que este nuevo portazo la muestra como al escorpión que se hunde con la rana a la que acaba de picar.

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Claudio Fantini

Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.