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Por Juan Turello. Alberto Fernández no tuvo en Roma las fotos que anhelaba: con el papa Francisco, que hubiera sido un mensaje para la campaña del oficialismo; ni con Joe Biden, presidente de Estados Unidos (apenas un amistoso saludo de pasillo), cuya intervención podría ser clave para el demorado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), señala mi nota en La Voz.
El Presidente debió conformarse con un “amaro italiano”: se reunió con Kristalina Georgieva, la titular del Fondo, pero sin avances concretos para un acuerdo definitivo.
Tanto Alberto Fernández como Martín Guzmán llegaron al cónclave precedidos con un discurso tribunero contrario al FMI, que despierta aplausos en las plateas de militantes, pero poco efectivo en las reuniones decisivas.
Un sector del kirchnerismo es partidario de “patear el Fondo”, recostarse sobre Rusia y China y arreglarse “con lo nuestro”, todo a un costo social y económico muy elevado.
Hasta el presidente de izquierda de Perú, Pedro Castillo, acaba de aceptar un préstamo del FMI por 4.000 millones de dólares.
El 21 de marzo vence una cuota de 2.877 millones de dólares. Una semana después, está previsto un desembolso de más dos mil millones al Club de París.
las escuálidas reservas líquidas del Banco Central no alcanzan para cubrir esos vencimientos.
Todas estas idas y vueltas generan incertidumbre, que inversores y ahorristas traducen en una huida hacia el dólar, ya sea el blue u otras cotizaciones paralelas a las de los registros oficiales, como el Senebi o el “CCL libre”, cuyos valores rondan entre los 200 y 208 pesos. Una brecha imparable.
La tendencia de pasar pesos a dólares se acentuó por la emisión del Banco Central para los gastos del “plan platita”, con el que el FDT pretende revertir la derrota electoral.
El ente monetario ya transfirió este año 790 mil millones para atender los gastos del Tesoro, según cálculos privados. En los dos últimos meses del año se necesitará una cifra similar para cumplir con las promesas realizadas a beneficiarios de planes sociales, a movimientos sociales y provincias afines.
Es imposible que esa montaña de pesos no mueva los precios.
El congelamiento de los más de 1.300 artículos listados para Córdoba no llegarán a almacenes y autoservicios, que sufrirán una caída en las ventas porque carecen de las espaldas de las grandes cadenas para financiar las compras.
En esos espacios, manda la “compra diaria”, señalan en el Centro de Almaceneros de Córdoba, al patentizar los escasos pesos que hay en el bolsillo de los consumidores.
El BCRA cedió su rol de controlar la cantidad de dinero en la economía y, por ende, atacar el principal motor de la inflación, al ministro sin cartera Roberto Feletti.
Feletti, de contador público de profesión, emprendió una cruzada para congelar los precios en las góndolas, en lugar de incentivar la competencia; permitir la intervención de nuevos actores en el mercado de los alimentos, y de fortalecer la acción de las pequeñas y medianas, entre otras acciones más efectivas.
El Gobierno pretende que la inflación de octubre dé menos de 3%, para lo cual el Indec debería registrar los valores que fueron congelados el 19 de octubre sólo para una región del país.
El índice de precios se mide a nivel país. ¿Aceptará Marco Lavagna la presión de Juan Manzur, como sucedió en épocas de Guillermo Moreno?
Más allá de la pelea por el control de las góndolas, hay un tema que para la Argentina parece lejano y, en realidad, no lo es.
La cumbre del clima -COP26-, que se realiza en Glasgow, tiene mucho que ver con un problema grave en nuestro país.
El daño al ambiente -que es visible en fuertes tormentas, deshielos de glaciares, incendios y prolongadas sequías- golpea más a los pobres. Es necesario actuar a tiempo.