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Por Claudio Fantini. Si algo debiera lograr la religión, es hacer un hombre más bueno, mejor persona. No existe ningún elemento que demuestre que alguna de las religiones logre esa meta en términos significativos. Tampoco la de los católicos. Entre los hombres religiosos también gravitan el egoísmo, la maldad, la egolatría y la crueldad en igual medida que entre los sin fe. ¿Cómo evaluar los cuatro años del papa Francisco en el trono de Pedro?
El mejor pontificado sería aquel que convierta a la Iglesia en un instrumento para mejorar la calidad humana. No está claro que el pontificado de Francisco apunta en esa dirección. Lo que está claro, a cuatro años de haber sorprendido al mundo con su proclamación, es que el Papa argentino optó por no vegetar en el trono de Pedro.
El dinamismo del ex cardenal Jorge Bergoglio implicó cambios significativos. Por caso, un acercamiento a los teólogos de la Iglesia tercermundista, castigados con la imposición del silencio desde los tiempos de Juan Pablo II. Al mismo tiempo, el Papa se enfrentó a la curia romana o, mejor dicho, la curia romana enfrentó al Papa.
La misma burocracia eclesiástica que atenazó a Joseph Ratzinger hasta que decidió convertirse en el primer pontífice que renuncia en casi medio milenio, vio peligrar sus intereses y negocios desde que Francisco sucedió al dimitente Benedicto XVI.
En otras áreas, como por caso la dimensión política, el dinamismo de Francisco tuvo éxitos y también fracasos. Fue exitoso al actuar como mediador secreto de los contactos que desembocaron en el acercamiento histórico entre Cuba y los Estados Unidos. Los impulsores fueron Barack Obama y Raúl Castro, pero el jefe de la Iglesia Católica fue un buen canal de contacto.
No tuvo el mismo éxito en Venezuela. Al contrario, su rol de mediador para facilitar el diálogo entre el poder chavista y la disidencia sólo fue útil al objetivo de Nicolás Maduro: ganar tiempo sin liberar un solo preso político ni permitir que se realice el referéndum revocatorio que los opositores tenían derecho a reclamar y las encuestas anunciaban que Maduro perdería, porque ya perdió el respaldo de las mayorías.
El terreno en el cual el dinamismo de Francisco se muestra cauto es en la flexibilización de ciertos dogmas claramente negativos.
El terreno en el cual el dinamismo de Francisco se muestra cautamente renovador es en la flexibilización de ciertos dogmas claramente negativos. Por ejemplo, haber atenuado la actitud condenatoria de la Iglesia hacia los divorciados y los homosexuales.
También el intento de abrir el debate sobre el celibato. Si bien no es un dogma teológico sino una política implantada en el siglo VIII por cuestiones menos vinculadas a la fe que a los problemas de una estructura de poder, el celibato podría ser uno de los componentes de un mal eclesiástico que seguramente tiene muchos siglos de existencia pero pocos años de exposición pública: la pedofilia.
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