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Por Claudio Fantini. Al kirchnerismo, el régimen de Nicolás Maduro le sale caro. Cada vez resulta más audible su silencio frente a la represión, los presos políticos y la censura en Venezuela. Cuando Atilio Borón le reclamó a Maduro usar “toda la fuerza militar de la que dispone” para “aplastar” definitivamente las protestas, expresó públicamente lo que la cúpula kirchnerista piensa.
Quizá no todos acuerden en el deseo expresado por el sociólogo, que implica justificar masacres, pero sin duda están del lado del régimen que hambrea y reprime a los venezolanos.
Pero no es sólo el silencio de la dirigencia política del populismo argentino el que se vuelve cada vez más audible ante la tragedia venezolana. También la comunidad artística que se identifica con el kirchnerismo, guarda silencios que aturden. Por ejemplo, los músicos kirchneristas frente al caso Dudamel.
Gustavo Dudamel no sólo es un músico virtuoso, sino también el impulsor de ideas y proyectos musicales de valiosa importancia social.
Este joven y prestigioso director de orquesta se identificó con la revolución bolivariana, la defendió y le aportó excelentes proyectos artísticos. Pero recientemente comenzó a pedir por los presos políticos y, luego, levantó su voz contra Maduro para exigir que detenga la represión. Finalmente, consideró ilegítima a la Asamblea Constituyente y reclamó el regreso a la institucionalidad democrática y la vigencia de la Constitución.
Primero, el jefe del régimen descalificó la opinión del joven y célebre músico. Y a renglón seguido le aplicó un castigo que exhibe el nivel delirante de intolerancia y arbitrariedad del régimen: canceló la gira por Estados Unidos que estaba por realizar la Orquesta Juvenil de Venezuela, dirigida por Dudamel.
Castigar la opinión de una persona, es aberrante. Pero la aberración cometida por Maduro contra Dudamel incluyó a la Orquesta Juvenil, de la que los venezolanos están orgullosos.
Maduro castigó a cada uno de los jóvenes integrantes de esa prestigiosa agrupación musical, para los que resulta de inmensa importancia realizar conciertos en el exterior.
Para Dudamel, es menos grave. Tiene celebridad a nivel mundial y es el director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, además de dirigir orquestas europeas. Por tanto, no afecta su carrera ni su proyección artística internacional.
Los más dañados por el castigo del régimen al “delito de opinión” que cometió Dudamel, fueron los jóvenes instrumentistas que no podrán tocar ante auditorios norteamericanos.
Algo debieron decir sobre semejante arbitrariedad, los tantos artistas en general y los músicos argentinos, en particular, que dicen rebelarse contra la injusticia.
El silencio que guardan frente al caso Dudamel es tan revelador como el silencio de los dirigentes a los que acompañan y veneran.