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Por Claudio Fantini. Vladimir Putin anunció que deja de lado el Acuerdo de Minsk de 2015, el que, a su vez, confirmaba las fronteras establecidas en el Memorándum de Budapest de 1994 al reconocer las fronteras de Ucrania dentro de la Unión Soviética.
Al reconocer como estados independientes a los territorios controlados por milicias separatistas prorrusas, Putin le abrió las puertas de Lugansk y Donestk al ejército ruso. La pregunta es que implicará militarmente ese reconocimiento. ¿Habrá un enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania en los próximos días?
Las milicias aliadas de Moscú controlan menos del 40% de los territorios del este de Ucrania, ahora reconocidos por Putin como independientes del gobierno con sede en Kiev. En el resto de la región de Donbass está el ejército ucraniano.
Si el reconocimiento ruso vale para la totalidad de Donestk y Lugansk, y no sólo para las porciones controladas por los separatistas, en los próximos días podrían producirse los primeros choques directos entre los ejércitos de Rusia y Ucrania.
El discurso en el que el Putin anunció el reconocimiento a la secesión de dos regiones ucranianas, abrió también la puerta a la ocupación del resto del territorio.
El mandatario ruso negó que exista una nación ucraniana y, por ende, negó el derecho a la existencia de un Estado independiente.
El jefe del Kremlin dijo que Ucrania es parte de Rusia y esto implica retrotraer la realidad a los tiempos previos a la Primera Guerra Mundial, cuando hasta esos confines occidentales llegaba el impero de los zares.
Putin expresó de manera explícita las teorías geopolíticas que fundamentaron su accionar en Georgia, país caucásico al que le arrebató Osetia del Sur por la vía militar; en Moldavia, ex república soviética a la que le quitó el Transdniéster, y a la propia Ucrania, al anexar la Península de Crimea en 2014.
El mundo está viendo en acción al ultranacionalismo ruso borrando los mapas y tratados vigentes desde la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Es la visión que desarrollaron teóricos de la geopolítica ultranacionalista y paneslavista, como Aleksandr Duguin, impulsor del “euroasianismo”.
Para Duguin y las dirigencias de agrupaciones ultranacionalistas como el Frente Nacional Bolchevique, todo territorio donde haya población de origen ruso y lengua rusa, es Rusia.
Anexar a Rusia la totalidad de Ucrania es el objetivo de máxima que se ha planteado el jefe del Kremlin, o instalar un «gobierno títere».
Un paso más corto en esta meta es establecer en Kiev un gobierno títere de Moscú, como fue el régimen de Vichy, que el Tercer Reich impuso a Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, sobrevendrá la respuesta del eje euro-norteamericano. El paquete de sanciones con el que las potencias de Occidente calculan poder paralizar la economía rusa para que no pueda sostener con el poder militar su proyecto expansionista.
Si el presidente ruso alcanza las metas que se propuso, seguirá avanzando hacia las que fueron las fronteras del Imperio Ruso, o sea las fronteras presoviéticas.
Por eso, su discurso resultó inquietante no sólo para los ucranianos, sino también para los países bálticos y para Finlandia.