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Por Rosa Bertino (Periodista especializada en temas de Espectáculos). Una deliciosa anécdota da cuentas de la vez que Mario Vargas Llosa telefoneó a Corín Tellado (1927-2009), para ir a visitarla. La ya anciana escritora española dudó en atender, porque supuso que podía ser una cargada.
¡Cómo podía un venerable de las letras, interesarse por una escritorzuela como ella! Pero era cierto: el peruano quería agradecerle personalmente “la iniciación erótica” que le habían proporcionado sus apasionadas novelitas rosa.
Las actuales generaciones no tienen la menor idea de quién fue Corín Tellado, una mujercita que apenas salía de su casa para ir a misa o al médico, y era desdeñada por los círculos literarios. Sin embargo, se trata de la autora en castellano más leída después de Cervantes. Publicó centenares de novelas románticas, de tramas sensibleras y ardientes, donde todo estaba sugerido.
Así funcionaba el erotismo, en base a fantasía y cierta ingenuidad. Pero allá en los años 1960/1970, sobrevino el gran cambio. Casualidad o no, los medios masivos se expandieron para esa época, encontrando un nicho espectacular en todo lo relacionado con el sexo.
El famoso destape empezó de maravillas, pero no operó los milagros esperados. Hoy, no hay trabas morales o sociales que impidan tener relaciones, cuándo y con quién sea. La edad inicial desciende sin interrupción. Por lo tanto, resulta paradójico que los delitos de esa índole se hayan elevado a la enésima potencia, en perjuicio de la mujer. Además de correr ese riesgo, ésta tiene que ser sexy en todo momento.
La TV y las redes sociales prácticamente la conminan a ello. Modelos, estrellitas y consagradas como Shakira se sacan fotos hot embarazadas, o cuando acaban de parir. Los portales de espectáculos pasan “avisitos” de vedettes y animadoras en ascenso (o caída), diciendo “me atrevo a todo/le permito todo”, “hace tanto que no tengo sexo”… ya no hay panel sin un par de damas que, además de chismes, aportan consejos eróticos extraídos de las revistas femeninas.
Por fortuna, esa “consejería” no logró desplazar a la sección cocina. En el fondo, algunas cosas siguen igual: al hombre se lo conquista por el estómago, no alcanza con lencería. Además, tanto sexo impuesto, aburre o empalaga.