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Por Juan Turello. Días atrás, hubo una rara coincidencia en la televisión porteña. El gobernador Juan Schiaretti advirtió en un programa que las altas tasas de interés no son una herramienta económica para enamorarse y usar de modo permanente. Al mismo tiempo, la televisión está inundada de avisos que invitan a los televidentes a inversiones financieras y hasta en “correr a las 3PM”, con el dinero que asegura una renta que supera a la inflación, señala mi nota en La Voz.
Correr es saludable para las personas, pero las altas tasas no son un anabólico para la actividad productiva. Lo advirtió el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo.
El crecimiento de 5,5% en octubre (2,9 en el año) que registró la consultora Orlando Ferreres podría relantizarse si no se corrige ese fenómeno y las reformas no avanzan en el Congreso, como sucede.
Más en privado que en público, Schiaretti señala que la tasa de interés no sirve como política antiinflacionaria con un elevado déficit público, una economía cerrada y con posiciones monopólicas en ciertos sectores.
“La tasa de interés no es el único elemento que decide una inversión”, completa un funcionario de alto rango, en relación a las previsiones laborales que deben tomar las empresas, los costos de logística, la presión tributaria y un mercado que necesita de Brasil y el mundo para las producciones a gran escala.
Y ejemplifica: los costos laborales y la actuación sindical terminaron por decidir la salida de la petrolera china Sinopec de Santa Cruz y generan problemas en los vuelos internacionales de Aerolíneas. Las obras privadas se reactivaron en La Plata luego del encarcelamiento del sindicalista “Pata” Medina.
Macri debe explicar cómo usará el lápiz rojo para que “todos cedan un poco” (también el que corre a las 3PM).
La tasa de interés es la punta del iceberg. Debajo de la superficie se esconden las graves inconsistencias de la economía.
Es cierto que, como advierten los industriales, la actual tasa de interés –con un rendimiento real de alrededor de seis puntos por encima de la inflación- desalienta proyectos productivos. Sin embargo, “es una herramienta insuficiente contra la inflación para un mercado financiero pequeño, como el de la Argentina”, agregan los economistas.
Las reformas que presentó la administración de Mauricio Macri son un paso necesario, pero las iniciativas están trabadas en el Congreso porque hay resistencia a “ceder un poco cada uno”, como pidió el Presidente.
“El ajuste en la clase política es insignificante en términos del déficit, pero hay que hacerlo porque da autoridad moral al gobernante”, apunta Carlos Melconian, quien dejó el Banco Nación “por no estar alineado” con ciertas decisiones del Gobierno.
La sociedad observa que el ajuste será afrontado por los asalariados –aumentos en las naftas, servicios e impuestos- y por los jubilados, que deberán ceder 100 mil millones de pesos en 2018 para atender el Fondo del Conurbano bonaerense (65 mil millones), más otros “huecos” del Presupuesto.
El avance sobre las jubilaciones de los maestros –que llegaría en febrero próximo- no parece tener la misma intensidad que las de la clase política y de los judiciales, cuyos pagos salen del mismo pozo: la Anses.
Financiar el rojo en las cuentas públicas con emisión, como hizo el kirchnerismo, es insostenible. Termina con alta inflación y default, como lo experimenta Venezuela.
Pero tampoco es sostenible financiar el déficit con endeudamiento externo. En el primer semestre, sumó 100 millones de dólares por día (18.343 millones en seis meses).
Es inconsistente la receta de cambiar esos dólares por pesos (mantiene planchada la cotización, facilita la salida de capitales: 9.000 mil millones en el año, y desalienta las exportaciones); subir las tasas para sacar esos pesos del mercado y evitar la inflación.
Macri debe explicar cómo usará el lápiz rojo para que “todos cedan un poco” (también el que corre a las 3PM).