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Por Claudio Fantini. No hacían falta muestras de que el ultraislamismo es demencialmente criminal, pero la masacre de 136 personas en una escuela en Pakistán (132 eran niños y jóvenes). La lista de esas masacres es infinita y muchas veces tomó a los niños como blanco.
Los jihadistas caucásicos que tomaron una escuela en Osetia del Sur eran ultraislamistas, como los comandos talibanes que ayer entraron a sangre y fuego en una escuela de Peshawar, la ciudad más importante del noroeste de Pakistán.
Que la escuela pertenezca al ejército y que muchos de sus alumnos sean hijos de militares, ¿son justificativos en la mente de los atacantes haber masacrado a más de un centenar de chicos que se encontraban en aulas y patios de recreo?
La razón que dio el Movimiento Talibán de Pakistán (Tehrik-E-Talibán Pakistán, conocido por la sigla TTP), es que se trató de una respuesta a los recientes ataques del ejército a los bastiones del Talibán de la región fronteriza con Afganistán. El TTP es una alianza de trece jeques pashtunes del Waziristán, creada por Baitulah Mehsud tras el ataque militar a Laj Masjid, la Mezquita Roja de Islamabad.
Allí, en el valle de Swat y buena parte del Waziristán, hay milicias de la etnia pashtún, que es aliada a la milicia ultraislamista de los pashtunes afganos: el Talibán. Los jeques paquistaníes son atacados por drones norteamericanos y por el ejército del Pakistán.
Igual que los ultraislamistas nigerianos de la milicia Boko Haram (que aún mantiene secuestradas a centenares de alumnas de una escuela del norte del país africano), cuestionan la educación de las mujeres y la enseñanza secular.
La milicia que masacró a más de cien alumnos en la escuela de Peshawar es la misma que baleó a Malala Yusafzai (reciente premio Nobel de la Paz) por defender el derecho de las niñas a estudiar.
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► 19/06/14: EE.UU. e Irán, contra el ultraislamismo en Irak, por Claudio Fantini