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Por Claudio Fantini. ❝El patriotismo es el último refugio de los canallas❞, una frase de Samuel Johnson que define a perdularios políticos de todos los tiempos y rincones del planeta. La definición merodea las decisiones de último momento que improvisó Kicillof con la autorización de Cristina. Entre permitir que una gestión exitosa de bancos argentinos dejara la gloria de la pulseada con los holdouts en manos de banqueros, y sabotear ese intento para generar una batalla épica contra los fondos buitres, la Presidenta eligió lo segundo, aun al precio de prolongar un default, acrecentando sus consecuencias negativas sobre una economía que lleva tiempo en recesión.
Si viera las últimas medidas económicas anunciadas por el ministro de Economía y la Presidenta, posiblemente el autor de ❝The Patriot❞ se parafrasearía a sí mismo diciendo: ❝La ideología es el último refugio de los canallas❞.
Sencillamente, a tan pocos meses de elecciones que muy probablemente cambiarán de signo político del Gobierno, no se puede tomar medidas de fuerte contenido ideológico. Si había que dar un giro chavista, debió darse al comienzo de la gestión de Cristina. Si no se hizo en la primera, debió hacerse al iniciar la segunda o, a más tardar, en la mitad de ese mandato. Pero nunca en el ultimísimo tramo.
Se puede discutir la utilidad y efectividad de las medidas fuertemente intervencionistas que impulsa el Gobierno para frenar la inflación y detener el cierre de empresas, incorporando al Estado en la gestión privada.
Que las medidas anunciadas sean de corte chavista no las invalida, aunque impone un profundo debate. Lo que las invalida es el momento y la circunstancia en que se toman.
Una Presidenta que transita el último tramo con la economía en declive y sin un heredero con chances de triunfo en la próxima elección, no puede resultar creíble al decidir una radicalización de último minuto, tras haber arreglado con el CIADI, Repsol y el Club de París para volver a los mercados y poder endeudarse.
Por eso las últimas medidas que impulsa Cristina parecen más una chantada que una convicción ideológica.■