Por Héctor Cometto. Los caminos de la vida son los que él esperaba y, especialmente, los que él creía e imaginaba. En contradicción a lo que canta Vicentico, Gerardo ‘Tata’ Martino fue eligiendo la senda de su óptima trayectoria como director técnico.
El entrenador, que salvó a Newell’s de un momento muy difícil por su promedio del descenso, lo llevó a la Libertadores y el viernes último le ganó a Belgrano, contribuyó a valorar el «no» en las elecciones. Para frenar los apresuramientos, para no encandilarse con los flashes de la victoria, para enfrentar el mejor camino, aunque sea el más difícil. Boca lo fue a buscar a Paraguay y privilegió su contrato con Libertad, equipo con el que salió tres veces campeón.
Anunció que en junio deja su club más amado, al fin de contrato, siempre respetuoso de sus términos. Y no dirigirá en la Argentina, conservando su proyección internacional ganada en Paraguay. Cuando eligió volver fue tras desechar una gran oferta económica de Colombia.
Medido, humilde, trabajador, con claridad analítica sobresaliente, sin el fundamentalismo de su indudable cuño bielsista, logró la utopía: se alejó de la comodidad de paraísos futboleros para volver a salvar la casa de sus viejos.
Su enorme prestigio motivó retornos como los de Maxi Rodríguez e Ignacio Scocco, dos jugadores que prácticamente le ganaron el partido a Belgrano, más Gabriel Heinze. Con él en el banco, junto a la nueva dirigencia, «la Lepra” empezó a dejar atrás definitivamente el nefasto período encabezado por Eduardo López, con quien Martino no tuvo nunca relación, aunque fue muy cauto al expresarlo para no lesionar los intereses principales: los del club.
Los caminos de la vida son muy difíciles de andarlos, muy difíciles de caminarlos y él encontró la salida. ●